viernes, 28 de junio de 2024

Crónica de Micro Abierto Libertad 8 (949) 24/06/2024. Concierto “Ruido”.

Por: Camilo Crespo. 

El video en directo se puede ver en el Canal de YouTube de Micro Abierto Libertad8 :

O directamente: https://www.youtube.com/watch?v=YaQwgOyCMgI


"Oremos". Buenas tardes. Andrés saluda a presentes y onlainers. Hoy es uno de esos días de nervios, de tensión en el ambiente, de pocas risas. Y es que esta tarde más de veinte personas van a estrenar una canción o poema titulado “Ruido”. Hoy, explica Andrés, es un día en el que necesitamos un silencio especial; y no es una cuestión de silencio, sino más bien de escucha, de escuchar a quien está actuando, de ayudar a que a esa persona le salga todo bien. Por supuesto hoy no se exigirá el control estricto de los cinco minutos por actuación, porque cada artista necesitará de respirar antes de cantar y, a veces incluso, de comenzar de nuevo. Tras pasar lista y explicar las características del MAL8, Andrés presenta la primera tanda de “Ruidos”.

 

Andrés Sudón siempre abre los conciertos para poder dedicarse después  tranquilamente a gestionar el espectáculo. Así hoy nos propone como base a su acercamiento al ruido, un ritmo folk potente, con un buen ciclo de acordes. Vivir en una ciudad como Madrid es sumergirse en el ruido y así nos lo muestra su letra. “…Yo soy el primero que quiere acabar con las obras del tercero. Yo soy el primero que quiere acabar con las peleas del primero. Yo soy el primero que quiere acabar con el sexo del segundo …”. Buen principio.

 

María de Juanas deja para el sorteo un dibujo muy chulo de un burro-buey. Y tras dar las gracias a Libertad 8, a Andrés y a todos los que tenemos algo que ver con esto (gracias, María), comienza lógicamente mencionando a Sabina. Después nos muestra el suyo. “Ruido podría ser yo cantando summertime… o cantando soy minero… Ruido los grupos de WhatsApp del que soy víctima versus daño colateral. Ruido el centro comercial y les niñes gritando…”. Tan vital como todas sus participaciones en el micro, ha sido una estupenda continuación a Andrés, una buena mezcla de humor y lucidez. Gracias, María.

 

Carmen Corral nos regala una poesía corta y de desamor. “…Y tus acciones lapidaron, mientras seguían las palabras en las sombras, cambiando el foco. Gran estrategia política. El desviar la atención de aquellos que sólo poseen dos ojos. Yante el bueno y el malo y su concepción antitética, todo se volvió ruido…”.

 

Óscar del Pozo nos recita de memoria, con perfecta proyección, su acercamiento al ruido. “…Primero pensé que el ruido provenía de esa vieja puerta de hierro oxidada que está allí arriba,  que se mueve con el viento, se abre y se cierra. Pero no, no es esa puerta. ¿Y sabes por qué no? Porque hay días en los que el viento no sopla y ese maldito ruido sigue…”. Una poesía teatralizada que me ha encantado.

 

Josetxu Bermejo con su habitual buen humor, sus bellos acordes y su bella forma de romper las rutas armónicas. “…La vida y la poesía con frecuencia no tienen mucho sentido y el amor, amor, amor… va pasando por un delgado hilo, en equilibrio inestable entre dos puntos distantes: tú y yo. Tú, nosotros, sin mirar abajo, sin hacer caso. Sin detener el paso, mientras suena el ruido…”. También me recuerda a Dylan, pero como una deconstrucción de Dyan, más amable; como si a Dylan se le hubiera desaparecido su misantropía. Su canción me ha parecido genial.

 

Andrés no tiene más que una palabra para definir esta primera tanda: maravilla. Felicita a Oscar, porque su mezcla de teatro y tiempo ha sido perfecta, en contra de los intentos de otras personas, que siempre se alargaban demasiado. Pero aún queda más “ruido”, así que seguimos.

 

Andreas Kalk Badan, con el acompañamiento de la guitarra de Javier Gijón, nos trae otro tratado sobre la existencia. Otro ítem más en esta tarde de maravillas.

Existo por el estado orgásmico del polvo
que fue entrelazado por aquellas dos almas irrepetibles.
Antes de aquello yo existía, pero sin ser,
existía en un «quizás» postulado
por esa función de onda —siempre inacabada—
llamada dios.
.
Y una vez aquellos gametos fueron entrelazados
comenzó —en ese mismo instante— el ruido.
Y cuando digo ruido digo tiempo.
Hablo de la belleza brutal de la interferencia luminosa,
la responsabilidad protagónica —¡insalvable!—
de ser una huella ondulante y ondulada
en este océano universal.
.
Y de la pureza coherente de aquel inicio
he llegado, no sé cómo, asombrosamente,
a esta tarde tan confusa de domingo.
Y me adentro poco a poco en mi piélago
para así dejarme mecer por las ondas encrespadas
del ruido que soy…
.
Tengo tres años y siento la incertidumbre del vértigo
al cruzar el mar de aquel estanque color aguacate
recostado en el balde amarillo de mi abuela.
Y cómo mi yo capitán regresaba tras la aventura
pedaleando como un loco en aquel maravilloso
triciclo de faritos azules.
.
Mi cara pegada contra una pared
mientras escrutaban mis lágrimas
la triste topología del gotelé.
Y cómo, en aquel cénit de violencia novísima
entró, como un mesías, por la puerta,
mi humana preferida.
Y tras secarme la sal del miedo con su pañuelo de besos
soltó el latigazo de un insulto a aquella monja;
hija de puta la llamó.
.
Alejandra, que se me acerca
con la abrumadora fisicidad de un puma,
arrojándome su cuaderno abierto contra el pupitre.
En él brillaba un pelo mío pegado con celo,
encabezado por un: «siempre te quise, puto sueco».
Y alcé mi rostro hacia la amenaza cetrina de su mirada
y las comisuras de sus labios temblaban
con el placer inconfesable
de los verdugos.
.
Mi hermana y yo escapando, como dos gacelas,
de un cocodrilo que nos perseguía, torpemente,
con los pantalones bajados,
por la calleja trasera de cervezas El León,
mientras agitaba una revista reclamando nuestra presencia.
Y al llegar a casa le contamos impresionados a nuestro padre
que el hombre del saco se ocultaba
tras los zarzales de la cervecera.
.
Un puñetazo al aire que esquivó mi querido Manu
y que aterrizó en la frente de doña Socorro.
Y cómo acurrucado, agarrado a mis rodillas,
en los cuartos de baño del colegio,
escuché que la buena de Socorro le contaba al director
que se acababa de golpear contra el quicio de la puerta.
.
Las puertas… Son puertas sin pomo
que se abren y se cierran al paso de nuestro paso.
La pregunta no es si puedo volver atrás;
La pregunta es si podría llegar a reconocerme.
.
Pero no es fácil reconocerse
en esta naturaleza de fondo que no cesa.
No es fácil gobernar el cascarón de nuestra nave
en la resonancia mestiza
de este ruido caótico y bestial.
.
Estanque, balde amarillo, triciclo,
gotelé, monja, Alejandra, ¡Socorro!, puertas,
puertas, ruido, delicioso ruido…
.
Es una lástima que el colapso de la experiencia nos convierta
en la argamasa que aprisiona los minerales de nuestra roca.
Somos, sin duda, todo lo que fuimos,
pero lo fuimos todo también, y esto último
parece que lo hayamos olvidado… para siempre.
.
¿De dónde proviene el ritmo de este poema
si no es de la música que velan los rizomas de mi ruido?
¡Maldita sea!, ¡la tristeza!, ¡el dolor!, ¡la felicidad¡, ¡la angustia!,
¡qué tendrá que ver lo que yo siento
con la jodida materia!
La materia no es más que puro desamor.
Es el resultado de nuestro fracaso como especie.
.
Y me da pena, mucha pena,
porque estoy convencido de que dios
confió en la fertilidad del ruido y su acción;
confió en que —gracias a ella— se encendería,
en el vientre materno de la humanidad,
la llama sublime de la compasión.
¡Quiso entrelazarnos!, quiso
que fuéramos todos uno,
¡las flores de una umbela universal!,
pero sucedió todo lo contrario…
.
De tanto medirnos cundió el miedo,
y del miedo nos nació el asco del odio,
y del odio llegamos a la epidemia de lo grotesco;
y así la incapacidad de ver(nos)
condenó nuestra existencia
al sinsentido manifiesto de un yo
sin los demás.
.
Es terrible esta realidad matérica de misiles y alambradas.
Es terrible sentir que la multitud se descose para siempre.
A veces me preguntó qué demonios hago aquí
escribiendo estas mierdas. ¿Para qué? ¿Para quién?
.
Pero hay algo, hay alguien, que me requiere,
que me implora que intente ser feliz
en este juego de la comba
que dura lo que dura el recreo de una vida.
Y ya después sonará la sirena
y las ondas seguirán su no-trayecto
perdiéndose en el sumidero de la eternidad.
.
Yo solo sé que en la pleura de mi tambor
resuena el infinito de mi onda láctea.
Así que amaré y trataré de reconocerme
en el ruido de este milagroso desconcierto…,
cueste lo que cueste.
.
No deberíamos olvidar, compañeros,
¡no deberíamos haber olvidado!,
que somos todos hijos
de la putada más bella
.
jamás concebida.

  

Mi Antonio, tras dejar el cuaderno para el sorteo, aborda su ruido particular. Ese que nos acompaña en todos los hitos de nuestra vida. “…Ruido de verano, paseo y helado. Por playa o montaña o pueblo al que ir. En el que una orquesta toca en la fiesta hasta la madrugada…”. La vida es ruido.

 

Noé dice que para ser su primer micro, le pasa algo muy curioso. Y es que no está nervioso. “Cállate un poquito, chiquilla. Para un poco. Dame tregua. Toda la vida juntos y tú sigues, sigues y sigues con tu runrún…”. Una poesía corta y bella.

 

Victoria Loarte ha vuelto al micro. Bien. Como regalo para el sorteo deja la musicalización de un poema. Y su tema es muy heavy y muy energizante. “…Hacer ruido para llamar tu atención. Me he perdido en tu laberinto y ha resucitado mi canción. Y si te como el higo, ay qué rico ruido. Y tú me pides más, más, más. Por delante y por detrás.  Esto no es fingido…”. Un estupendo tema. Ya echábamos de menos tu energía tan directa. Gracias, Victoria.

 

Javier Méndez nos escenifica su poema teatral, con un lápiz entre los dientes. Toda una performance. “…Gritos, patadas. Bulllin, la muerte. Gritos deshonras. Bullin, la muerte .gritos y mofas. Bullin la muerte. Gritos y escarnios, bullin la muerte. Nunca más…”. Muy interesante interpretación.

 

Andrés dice que siempre le pasa igual, que se le hace corto cada concierto MAL8. Y es normal porque todo es nuevo y los artistas están muy motivados y transmiten una energía especial. Una maravilla de tarde. Y seguimos.

 

Ernesto Arango dice que su guitarra está malita, así que no le queda más remedio que recitar su letra, que también tiene enjundia, no cabe duda.

El ruído que resuena
En mi mente
El ruído aleatorio porque sí
El run run
Ron ron
Rin rin
El sonido sin sentido
Consentido o no
Está
Aparece como desaparece
 
VIBRO (ruído signado)
 
El ruído de tu obra
De tu mente en obras
Es tan silencioso que
Ensordece
 
El ruído (signado) del silencio
Es un motor constante
Una imagen
The sound of silence (en inglés)
 
El ruído que molesta
Es el soniquete
Imparable embaucador embaucadora
 
Al ruído
Me acostumbro
Y lo incluyo
Sumo a mí para alearlo y transformarlo
 
Ruído es todo
Hasta que lo escuchas con atención
El mensaje está en el ruído
 
El ruido suena
Molesta incomoda
El soniquete que no para
El disfraz de lo real
El run run
Que alerta
Molesta modifica
Perturba condiciona
Exaspera desgasta
 
Ruído (signado)
 
Haz ruído hasta que te estallen los oídos
 
Y una mierda
Que le estallen a otra u otro
A ellas ó ellos los populistas populares
 
Que me mienten
Con su ron ron
No me menten.
 
Recito cuento canto
Me expando
En forma de sonido
Es ruído
Con sentido y sensibilidad
Anarquísticamente
Entra por tu oído
Consentido
 
Para explicarte
Decirte
Comentarte
Que no creo
En el rin rin ron ron run run
 
Siento el ruído
Rin rin ron ron run run
 
Vibra en mí
Mi vibra es (ruído signado)
 
Desde mí.

 

Marta Plumilla conecta su móvil para añadir una base de ruidos acordes con su letra.  Nos regala una balada hermosa que me trae remembranza de los Beatles justo antes de pegar el salto a la sicodelia. Una mezcla de suave electrificación y bella armonía. “…y luego en la Gran Vía justo cuando iba a hablar llegó una nave nodriza y tuvimos que evacuar creías que por falta de amor pero fue por exceso de ruido…”. Ha sido toda una experiencia muy teatral. Bravo.

 

Eva Córdoba dice que es su segunda vez aquí y que viene de Cádiz. “Llevo adheridos a mi piel todos aquellos ruidos. Ruidos de tus insultos, ruidos de tu desprecio, ruido del roce de tu cuerpo. El silencio atronador de tu boca sellada con el que me castigaba era el ruido más fiero…”. Aquí el ruido evoca a una experiencia negativa y personal. Después nos lee otra.

 

Sergio Sanz, ese alma bella, dice que él desde siempre ha romantizado la palabra ruido, gracias a Sabina. También advierte de que va a improvisar un cuarenta por ciento de la canción. Que ha traído la letra y que a ver qué sale. Y lo que sale es muy hermoso.

Hoy he estado haciendo ruido con mi amigo que ahora es nuevo y también abrigo
Aunque es verano y las calles salen a las calles
Y las calles con la gente siempre son testigo.
Hay un ruido cuando estoy dormido, en mi coco,
que no cesa pero pero a mí no me hace loco, me embelesa.
Ordenando el ruido con cuidado he sentido el latido de la almohada
que me grita apasionada
si la vida tiene algún sentido.
 
Y he cantado cuando había ruidos
en la calle,
y el vagón de metro arrancando,
y soltando
por mi boca sales de los mares de mi boca el cielo
si lo subes
O ese sol al que aún no llego
Es un juego para mi la rima en los pinares
pa' inventar el ruido de mi yo mañana
la ventana hizo ruido con el viento
juramento insensato
para  para pasar el rato
Sinsentido necesito ruido
Si lo subes siempre yo te doy consuelo. (Algo así)

 

Javier Gijón es otro de los queridos malochos que me ha pasado su letra. Además, al comenzar su actuación me manda un beso, cariño que siempre se agradece. Aquí el ruido es todo ese sentimiento negativo que nos impide oír la luz de la vida.

Me despierto inquieto sombras en la oscuridad
El silencio, el miedo una espesa inmensidad
Se atropellan las imágenes dentro de mí,
ansiedad ante lo incierto que confunde la razón.
 
Ruido en el silencio, ruido en tus palabras
Ruido en mi cabeza ruido en la certeza
 
Tensas emociones monstruos que no quiero ver
atormentan mis sentidos erizándome la piel.
Lentamente va llegando el amanecer, las sombras y el miedo se diluyen a la vez.
 
Ruido cuando te miro, ruido cuando te pierdo.
Ruido en el deseo, ruido en la belleza.
Ruido en el espejo, ruido cuando me alejo
Ruido si estoy perdido, ruido si no te encuentro
Ruido si me despisto, ruido si no me acuerdo
Ruido cuando me apago, ruido cuando me enciendo
 
Me levanto con resaca, no vuelvo a beber
otra noche como esta, no quiero tener.

 

Andrés dice que esta es su última intervención. Ya solo quedan los que se apuntaron primero. Da la bienvenida a Noé y le indica a Eva que debería haber compuesto sólo una sola pieza, pero es que a él se le olvidó indicárselo cuando Eva se apuntó. También indica Andrés que la semana que viene mostrarán su composición Borja Cacharro y Elena Hernando, que no han podido venir hoy. Además en las redes están ya las composiciones de Sebastián Emilio Lucía (@whiterabbittour en las redes) y Camilo Crespo (en realidad la de Camilo aún no está porque espera a pillar la guitarra para añadir la música a su letra). Y vamos a por la última tanda.

 

El Gluten Fri tiene que pedir una guitarra, porque no ha traído. “…Ruido del vecino fantoche que se cree que la gente a veces duerme de noche. Ruido en el centro comercial invitando al consumo, al derroche. Y la cebolla en la sartén a fuego lento,  esperando a que poche Y eso es lo que oyes, pero, dime, ¿escuchas?…”. Consigue arrastrar al público a un ritmo muy sugerente. Muy original también. Se ha llevado el  mejor aplauso de la noche, me parece.

 

Alfonso blanco dice que para él hay un ruido fundamentalmente insoportable, que es el de el de las armas resonando, las bombas. Cuanto más inteligentes más ruidosas para su gusto. También el que hacen los torturadores, su risa cuando clavan el puñal. Y ha escrito esto que nos lee.

De pequeño vivía en una casa de locos
años después visité varios psiquiátricos
recuerdo los gritos desaforados de mi casa y de estas instituciones
el timbre de la puerta de la calle resonaba y nuestras carreras coreaban junto a mi hermano el mayor ¡es el tío…!! ¡es el tío…!!
 
Chillaba negándome a ir a clase cuando tenía dos años sabiendo que allí me esperaba el gordo que solía maltratarme
me contó mi madre que las vecinas le preguntaron: “¿tenéis un cochinillo en casa?”
“No: es mi hijo, que no quiere ir al colegio”
 
Aún había un timbre mucho más fuerte y era el de la puerta de la fábrica de impermeables de mi tío abuelo, cuando se abría
los vecinos de abajo de mi casa se quejaban de las carreras de caballos de nuestras tres sillitas
y aún recuerdo la partida que le eché al diablo para que todos fuéramos al cielo, y que alguien paró cuando iba perdiendo, y aquel ruido tan mareante
y el del bloque de hielo cuando lo agarraban con un gancho de hierro los operarios, y el estruendo al dejarlo caer en la nevera
el miedo ante el fuego sordo que cauterizaba la jeringuilla del practicante señor don Justo
el intenso ruido de los motocarros y de los autobuses privados P2, P3… que había en Madrid
la sirena del coche de bomberos que estuvo a punto de atropellarme, del que tú mamá me libraste
el chacachá de las máquinas de vapor de los trenes que salían de Atocha
El ruido de cristales de la vitrina que rompió mi hermano el pequeño de una patada, y la tensión al verle sangrar por la espinilla
el repetido silbato con que nos ordenaban los curas en el colegio ponernos firmes, y hacer filas y columnas para entrar a clase
el horroroso sonido del rodillo del dentista sobre la caries
los voceadores de lotería y de tómbola en la Glorieta de Atocha
el ruido ensordecedor de los coches sobre el scalextric de la plaza
y aquel señor del Nicanor tocando el tambor, que allí los vendía
el redoble de tambores y de pasos en las procesiones de Semana Santa en Madrid
los aplausos y exclamaciones de admiración frente al trapecista del Circo Price
el placer mezclado con dolor y mi oreja pegada a la puerta del metro, ruido estremecedor que no sé cómo no me dejó sordo
los vítores ante el triunfo en mis carreras
el pitido de dolor en el oído profundo y el tortazo de la monja
el chirrido del hierro sobre el cristal, de la tiza sobre la pizarra, parecidas sensaciones a las del algodón apretado por la yema de los dedos o la lana mordida con los dientes
La insistente respiración a través del tubo de buceo
Todas o casi todas contrarias al beso de mamá sobre mi pómulo
a las palabras de amor y de aliento de mi abuelo
del contento de mis hermanos ante nuestros triunfos y aventuras
del humo de la cocina de la abuela que nos daba de comer
el amor con que mi madre hacía las judías verdes con patatas y aceite de oliva
y yo preguntaba: “¿puedo dejarme alguna judía?”
“bueno: pero cómete todas las patatas”
también diferentes al cierre del maletero del coche de mi padre cuando terminábamos de guardar las cosas para hacer el viaje anual a Alicante
o el sonido de las luces de Navidad al encenderse y apagarse alrededor del árbol
el que hacía el imán del hilo de pescar pinzas de la ropa, en el patio de casa
o el de las hojas de los libros al pasarlas rápido, haciendo brisa sobre la cara
la hélice del avión de contrachapado que construí para la clase de pretecnología y que chocó contra las gafas del profesor
 
Y entre agradables y desagradables,
el golpe de la bola del futbolín al hacer gol, o el ruido característico del billar
y entre los ruidos añorados, el de los truenos de las tormentas, la lluvia torrencial rebotando en el suelo, la brisa y el viento acariciando la cara y el pelo, haciéndoles frente
 
el oído, bien mirado, tiene algo de micrófono, de grabadora y de altavoz
regalar oídos a una persona, es uno de los presentes más preciados que se pueden hacer
no hay silencio ni palabra más bellos que un beso en la boca
ni clima más deseado que una lluvia incesante de besos, y perder la noción, y despertar en medio de las gotas rojas en forma de labios
Doy gracias a quien fertilizó la piel de mis campos con este maná que es ambrosía: el alimento de los dioses
Y ahora, algo parecido al ruido, que también se escucha
Hay que estar muy atentos:
-    -    -    -
(Sssilenciooooo)

 

Marta Batanero también trae una canción con buena marcha. Y es que el ruido empuja a darle caña. “…Bájate el volumen o directamente apágate. Risas carcajeantes en el  horizonte, urdiendo quién sabe qué. Imperativas expresiones doblegando reacciones. Cómo osas quebrantar mi sueño…”.

 

Tomás de la Casa nos presenta la última propuesta de este concierto “Ruido”. “Ha pasado un ángel. Ha cantado un grillo. Viene una tormenta. Se desborda un río . Cada cual opina lo que ha sucedido y en la algarabía solo oigo ruido…”.

 

Y llegamos al final del concierto malocho titulado “Ruido”. Ernesto Arango nos deleita con su “cadáver exquisito” como punto final. Andrés después despedirá este lujo de espectáculo, del que hemos podido gozar esta tarde. No me canso de repetir que ha sido una maravilla. Y mañana ya habrá micro normal.

"Podéis ir en paz".

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