viernes, 27 de junio de 2014

Crónica de Micro Abierto Libertad 8 (153). 24/06/14



El pasado martes 24 de Junio de 2014 celebramos la edición nº 153 de MAL8 (Micro Abierto Libertad Ocho), en la que veintiún artistas estuvimos compartiendo nuestra obra en torno a la canción de autor durante algo más de dos horas llenas de grandes momentos. En esta sesión conocimos a cinco nuevos participantes, y anunciamos en qué van a consistir nuestros talleres del mes que viene, uno normal titulado “España”, y otro experimental titulado “Sin título”. En la crónica de la semana pasada aparecen al final las instrucciones para participar. También fue el último MAL8 que celebramos en plena campaña de crowdfunding de nuestro primer disco Cosnciencia, libertad,soledad y gente rara, que, por cierto, a día de hoy está a tres días de terminarse, siendo la única manera de conseguir una copia, ya que luego no se comercializará. Después de publicar este disco, como ya anuncié la semana pasada, no volveremos a hacer un crowdfunding, ya que hay otras manera de financiación en las que nos podemos implicar todos mucho más. Ya os contaré, porque ahora estamos aquí para hablar de lo sucedido en el MAL8 (153) (esta crónica será completada y enriquecida por participantes y asistentes que dejen sus comentarios más abajo).

La tarde comenzó con la potente y emocionante voz de Laura Castro, que anunció que iba a hacer una “cancioncilla de amor”. Habrá que ver cómo es una cancionaza suya, porque puso el listón de intensidad muy alto cuando nos cantó “y quise hacerme fuerte para que el mundo fuera inerte”, y pidió en su canción “ámame muy lento”. Quizá el título de esta canción, que no anoté, aparezca después en comentarios.


Sí, me he empeñado en que entre todos dejemos constancia de lo que sucede en estos conciertos colectivos que hacemos todos los martes. Yo lo cuento por encima y subjetivamente, después alguien contará en comentarios como fue el paso de Caso Omiso por el MAL8 (153) según su propia visión, y así tendremos más detalles para la historia venidera. Caso Omiso nos cantó una de sus canciones importantes, ya hemos escuchado aquí Tengo un sueño, pero a falta de conciertos de este artista tan atractivo y prometedor, se agradece escuchar de nuevo cualquiera de sus canciones. Eso sí, nos encanta que traiga cosas nuevas y nos sorprenda.


El siguiente en escena fue Camilo, con quien tuve la suerte de comer y pasar la tarde ese día, tocando en La Casa con él y con Juan Fernández Fernández y Marta Plumilla. Fue muy interesante conocerle un poco más y escuchar su repertorio menos mostrado. En esta edición nos cantó Y qué más da, una de las canciones que puedes encontrar en su maqueta “12 canciones en el MAL8”. Me gusta lo que hace Camilo, porque, aparte de ser una música muy agradable cantada con una voz muy personal, sus canciones transpiran sinceridad, un hiperrealismo muy sencillo que te atrapa cuando lo escuchas. A ver si después del concierto del 5 de Agosto en Libertad Ocho, se anima a hacer un disco que haga justicia a la calidad de su trabajo.


Manu Clavijo, el siguiente participante, salió a escena con un discurso con el que estoy completamente de acuerdo: “no creo en nada, sólo en las personas”, refiriéndose a ideologías, religiones, devociones deportivas y esas cosas que suelen tener a la gente dividida. Con él presentó una de sus canciones más divertidas por su ironía, esa que dice “esto con él no pasaba”, compuesta para el taller “Él”, celebrado hace unos meses. En ningún momento se nombra al protagonista de la canción: “si levantara la cabeza, esto con él no pasaba, ni se casaban los hombres ni te hacían reina por sorpresa…”. Magnífico.


Después vino El Tío Antoño, quien nos trajo muchas cosas nuevas. Para empezar trajo una guitarra nueva que acaba de comprar y arreglar. Parece que le encanta hacer eso y luego devolverlas al mar que es el mercado. Una preciosidad de instrumento con el que nos tocó una nueva canción, Vals número cinco, que quiso dedicar “a una persona que conocía hace mucho tiempo”. En ella habla de una araña que “fue la mejor de las viudas negras”, y a la que veía “bailando a las ocho piernas”. Nunca te aburres en el caleidoscópico mundo de El Tío Antoño.


También Marta Plumilla se decidió a tirar de repertorio, lo cual le agradezco tanto como a Caso Omiso por razones parecidas, ya que siempre que hay concierto de Plumilla no puedo presenciarlo por estar en el escenario con ella. Mola más que verlo, pero verlo también mola. Así que me encantó escuchar Qué raro, la cual tocó con un papel entre las cuerdas durante la primera mitad de la canción, que le daba una original sonoridad. Qué raro es una canción llena de ironía en la que ella se convierte en una inocente persona abandonada en una casa que está vaciando el servicio de mudanzas: “te has llevado esa palabra que yo tanto usaba”, lamenta Plumilla mientras el amor la despluma y se va dando cuenta de que “te has marchado sin decirme nada”.


Se nota ya en esta sesión que ha llegado el verano, los cantautores que trabajan en la docencia a altas horas de la tarde, ya pueden venir a participar en nuestro particular horario. Es buenísimo que el MAL8 se llene de maestros, en todos los sentidos, como Juan Fernández Fernández, un cantautor olímpico, erudito de todos los elemento que componen la canción de autor: excelente guitarrista, arriesgado compositor, conocedor de los entresijos de la poesía, letrista audaz, y, lo más importante, una persona en plena búsqueda que va dejando sus mapas a los que también buscan. Nos trajo un tesoro a este MAL8 (153), Lo voy a dejar aquí, una canción en la que parece hablar de un cambio de punto de vista: “es todo lo que pedí, pero es hora de cambiar”, eso sí “no Dios, sino Yo mediante”. Un lujo del que esperamos disfrutar durante todo el verano.


Antes el siguiente participante, Pablo Bermejo, me pedía que le pusiera después de alguno “malo”, para que no sobresalieran mucho sus traspiés con la guitarra, cosa que he dejado de hacer tras la ausencia de dichos traspiés. De todas formas, cada vez está más difícil encontrar “malos” por aquí. Por eso no dudé en ponerle tras Juan, quizá el mejor de los guitarristas que ha pasado por aquí. Bermejo nos deleitó con una canción titulada Náufragos del mar de los olvidos, en la que pude ver que no sólo está trabajando duro con la guitarra, hizo cosas muy bellas con la voz.


Después pudimos escuchar de nuevo la canción dedicada a Madrid de Juan Antonio Ordóñez, un bonito relato urbano del que ya he hablado anteriormente. Aprovecho pues para anunciar que este sábado podremos escuchar algunas de las canciones del nuevo disco de este cantautor, porque hará un concierto-audición en El Colmo a las nueve de la tarde. La entrada es libre, si queréis, nos vemos por allí.


Llegó entonces el momento de mi actuación. Yo ya no sé qué cantar en el MAL8, se me termina el repertorio, y eso que pensé que era infinito… algunas de mis nuevas canciones las estoy reservando para proyectos concretos, así que me decidí por una canción de principios de siglo titulada Se ahogaba el cielo, hecha en el tren que cada semana me llevaba de Salamanca a Coímbra para visitar a mi novia de entonces: “Coímbra llovida es una anciana que sudando se ha sentado a descansar en el ocaso, Coímbra mojada y mi cuerpo en su espacio”. Allí tuve una vez más ese sentimiento de vitalismo imparable y desbocado: “no me dejes sólo en esta ciudad, porque puedo encontrar la verdad (…), no me dejes libre en esta ciudad, porque puedo aprender a volar”. Esta canción fue muy importante para mí en ese momento, y no ha perdido un ápice de su sentido para mí.


Ya en el ecuador del MAL8 (153) conocimos a los nuevos participantes que vinieron a tocar por primera vez aquí. El primero ya ha tocado aquí muchas veces como miembro de Las dos en punto, pero esta vez se presentó en solitario: Rafael Alba nos mostró su voz por primera vez, una voz muy bonita, afinada y entonada, con arena del desierto propia de un western con la que nos cantó Todos los vaqueros de Madrid, que “se pasan toda la noche disparando por ahí”, ya que “no existe ley en Malasaña City”. Una divertida canción de amor con la que Rafael Alba nos demostró que tiene lo que hay que tener para ser un cantautor en toda regla. Yo le animo a que venga más veces a cantarnos sus temas. Esa misma noche pudimos escuchar a Las dos en Punto en concierto en Libertad Ocho, el grupo del que es compositor, hicieron un concierto fabuloso, muy bonito y autentico, lleno de la alegría que irradia esta familia tan maja.


El siguiente nuevo participante fue Álex Luna, que sentado al piano se presentó en MAL8 con su canción Lola, en la que cuenta cómo esta historia de amor fue diferente, porque “suelo ser yo el que comete el error y todo se jode…”. Aquí le esperamos para conocerle más en próximas ediciones.


También al piano se presentó por primera vez en MAL8 Ingrid, que aseguró que su canción Luna llena podría “responder a la canción del compañero anterior”. “Te busco y te buscaré en las notas escondidas en las teclas del piano”, dice esta bonita canción que cantó con bonita voz y con bellos arreglos del piano.


El tercer nuevo participante de la tarde fue Rodrigo, que nos cantó una divertidísima canción titulada Tu madre y las cebollas, canción que dedica a alguien que siempre está “pelando una cebolla o hablando por teléfono con tu madre”.


Los dos últimos nuevos participantes del MAL8 (135) fueron Jos y Mirco, los cuales llamaron especialmente mi atención. Nos contaron que tiene un grupo llamado Persona, nombre que me encanta, y nos cantaron una canción verdaderamente interesante, titulada El laberinto. Esperamos que estos jóvenes y bellos malochos se unan a nosotros de forma habitual y podamos conocer en profundidad su trabajo.


Tras los nuevos participantes continuamos con los habituales. El siguiente fue el multidisciplinar Diego Mattarucco, poeta, actor, pianista, flautista, cantautor… Nos cantó un poema suyo que ha musicalizado, Qué te traes. “¿Qué te traes que me atrae?”, pregunta en esta pieza que interpretó al piano. Grande Diego Mattarucco.


De nuevo Osvaldo Lindner nos trajo una joya, esta vez una canción de Facundo Cabral, Pobrecito mi patrón, en la que Lindner con bonita y emocionante voz canta “Yo no sé quién va más lejos, la montaña o el cangrejo”, y se mofa “pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo”. Seguimos aprendiendo de este veterano cancionista, que, además, compone sabiendo muy bien lo que hace.


Hace mucho que no falta ninguna semana Cheng Min (ya sé cómo se escribe), que en esta edición estuvo acompañado por su compañero Óscar, con quien por fin cantó una canción en chino. Nos contaron que se titula El mundo de fuera, “que es muy bonito y muy triste”. Supongo que se refieren al mundo fuera de China, cuya cultura es en muchas cosas opuesta a la nuestra. Al final, parece que se han decidido por el mundo de fuera, con sus tristezas y su belleza. Fue muy bonito escucharles en su idioma.


No sé si es porque estábamos ya cerca del final, cuando los vapores espirituosos colman el aire, pero no capté muy bien la actuación de nuestro queridísimo José Miguel González. “Como no podéis ver, me acompañan cuatro poetas”, comenzó diciendo. Esta vez el surrealismo de José Miguel se me escapó de las manos. Puede que él lo aclare en comentarios, yo intento contarlo: presentó primero a un porta chino, luego a San Juan de la Cruz y después a uno alemán. Yo me tengo un lío en mis anotaciones tremendo. En todo caso disfruté, como siempre, del espíritu y la literatura de este gran malocho.


Estamos ya a punto de terminar la campaña de crowdfunding de “Consciencia, libertad, soledad y gente rara”, nuestro primer disco. Quizá por ello Miguel de Paul se decidió a cantar la canción que ha aportado a esta álbum, Gente rara, en la que enumera a la gente rara que conoce, “y los que dicen que eres rara tú, también”. Canción perfecta para acercarse al final de este MAL8 (153).


La guinda la puso el fantástico Ángel de Andrés, que despidió esta edición cantando Esta historia, la cual empieza directamente a capela, acompañándose únicamente de nuestras palmas, que no cesaron en toda la canción, hasta convertirse en un gran aplauso.


Yo sigo aplaudiendo, fue una edición verdaderamente bonita, llena de público, con gran energía. Estamos poniéndonos fuertes para comernos el mundo, porque pronto va a salir nuestro primer disco y vamos a comenzar a trabajar en el siguiente. Gracias a Marta Plumilla por las fotos, a los participantes por propiciar este ambiente único, a Libertad Ocho por seguir en una línea difícil pero necesaria, y a vosotros por leer, comentar y compartir. Nos vemos el próximo martes a las siete en punto de la tarde. Recordad que es entrada libre y que podéis venir con todos vuestros amigos a disfrutar del mejor micro abierto que yo haya visto jamás, aunque esté mal que yo lo diga…

Andrés Sudón

lunes, 23 de junio de 2014

Crónica de Micro Abierto Libertad 8 (152). 17/06/14



El pasado martes 17 de Junio de 2014 vivimos una edición de MAL8 (Micro Abierto Libertad Ocho) que me recordó mucho a la dinámica que teníamos hace mucho tiempo, cuando venían a participar menos de veinte artistas y yo los iba presentando uno por uno. También fue parecido a esa época el porcentaje de nuevos participantes, cinco de diecisiete participantes, uno de ellos una gran sorpresa, el mismísimo Pancho Varona. Ahora mismo paso a contaros detalladamente lo que sucedió en este MAL8 (152), pero antes he de insistir, por última vez, en que hagamos lo posible por sacar adelante nuestra campañade crowdfunding, a la que ya le quedan pocos días. Como dije el martes, este será nuestro último crowdfunding, en el futuro subvencionaremos nuestros discos de otras formas, ya tengo ideas para “Palabras salvadas”. Pero a día de hoy tenemos que lograr esa cantidad para poder fabricar nuestro primer disco, para poder abrir esa puerta y ya no dejar de publicar y difundir las canciones que hacemos en nuestros talleres. Estoy seguro de que el MAL8 pasará a la historia como una gran hazaña cultural, con la que lograremos renovar el malparado panorama de la canción en este país, maltratado por la industria, que hace lustros que no apuesta por algo nuevo y diferente, algo como lo que hacemos aquí, que lejos de buscar la canción que venda millones de copias, estamos en busca de la expresión artística, sin dejar de lado la noble ambición de que las creaciones que hacemos con tanto celo lleguen al mayor número de personas posible. Pues con nuestras canciones (canciones protesta, canciones propuesta…) podemos empezar a construir el mundo que soñamos.

Pero está claro que uno de nuestros sueños ya se ha cumplido: un gran grupo de cantautores, poetas y músicos podemos reunirnos cada semana para mostrar nuestra obra, disfrutarla y comentarla, darnos un baño de minorías ávidas de arte. Este pasado martes, en la edición nº 152 de MAL8, diecisiete de nosotros pasamos dos horas deliciosas haciendo lo que más nos gusta hacer en público. A continuación la crónica, al final os contaré en qué van a consistir nuestros próximos talleres.

La tarde comenzó con Juan Antonio Ordóñez, quien acaba de comenzar su campaña de mecenazgo popular para publicar su nuevo disco, aquí dejo el enlace por si alguien quiere adquirir anticipadamente el trabajo de este amante de la canción. Precisamente este martes nos cantó por qué y cómo se dedica en cuerpo y alma a componer y cantar: “y así sangrar cada renglón para no hacer hueca la voz, no es por cantar ni hacer canción, es sólo sed de amor”.


Comenzamos bien este MAL8 (152), y así seguimos. El siguiente fue el poeta Karim Chergui, que comenzó con un texto que dice “y así debía ser nuestro cuento, un mar sin miedo, una puta barbaridad”, citando a otro poeta del que no apunté el nombre. Continuó con otros dos poemas, Tatuaje y Abdico, este último muy apropiado para las novedades históricas que acontecen últimamente.


A Karim le siguió nuestro querido Ángel de Andrés, que volvió a liarla en este comienzo del MAL8 (152) con una de sus canciones ligeras, Esa mirada tuya, en la que canta a las cosas que le “hacen ser poeta”: “la luz de la luna llena que hace sombras de los dos, y esa mirada tuya que me encoge el corazón”. Digo que volvió a liarla, porque comenzó suave y acabó haciendo sonar las palmas de los que estábamos allí disfrutando del principio de esta curiosa sesión.


También curiosa por el contenido de las canciones, cómo no. El siguiente participante, Pablo Ríos, nos deleitó con una adaptación de una canción popular, El patio de mi casa, que él ha llamado Qué triste estar sin ti: “Qué triste masturbarse pensando siempre en ti, pudiendo ir a tu casa…”. Está claro que quien venga al MAL8 no se va a quedar indiferente ante las infinitas posibilidades de canción se manejan aquí.


Y nuestros poetas siempre van más allá en cuestiones literarias que los cantautores, sin dejar de lado la musicalidad, o, como en el caso del siguiente participante, la “cacofonía”. Diego Mattarucco sigue mostrándonos a los malochos cómo hacer poesía yendo al límite con la forma y el contenido. Precisamente comenzó su intervención hablando de La palabra, diciendo sabias y bellas cosas que desgraciadamente no anoté, pero que puede que el mismo Mattaruco ponga luego en comentarios, merecería la pena. Continuó con Qué late en Loto, siguiendo con la serie dedicada a sus musas y a sus nombres. Y terminó con una parte de otra serie, la de las estaciones del año, en este caso El verano, graciosísimo poema: “en verano se pueden ver anos…”.


A continuación salí yo mismo, Andrés Sudón, que no sabía muy bien qué cantar en esta edición que prometía ser peculiar, hasta que escuché a Pablo Ríos hacer su adaptación de El patio de mi casa. Me acordé entonces de una canción muy especial que compuse sin darme cuenta hace muchos años. Tendría yo unos diecisiete cuando en una terrible tarde en la que habían pasado cosas horribles, estaba yo grabando en mi pletina unas canciones instrumentales que me había dado por hacer. Yo soy una de esas personas que si ven caer un meteorito se pueden quedar impasibles, y ese día no quería yo atender a la realidad, pero mientras grababa una guitarra de una de esas canciones, improvisé toda la letra de Mariposa Gutural. Pinchando aquí puedes escuchar la versión que grabé de esta canción en mi disco “Brujo”: “el patio de mi casa es recticular, y como siga lloviendo, se va a resquebrajar”, digo en esta surrealista pieza a la que tanto quiero.


Nos sorprendieron SilNé con una canción muy tranquila y de tono serio titulada Flor del latido, que supongo que proviene del mundo poético de René, hecho para el tono más lírico de Silvia. Para ser sincero, no me enteré muy bien; a veces me distraen las tareas propias de coordinar un micro abierto, ya sea el sonido, alguien que me habla por alguna buena razón, o algo similar. Lo bueno es que puede que en comentarios alguien hable un poco más de esta canción.


Como en esta ocasión no fue necesario que presentara las intervenciones de tres en tres, y tampoco metí prisa a los participantes (la mayoría de las veces se apuntan treinta personas y actúan hasta veinticuatro, pero en esta ocasión actuaron diecisiete holgadamente, y salgo ya de este paréntesis incomodísimo), enseguida llegaron los nuevos participantes, que eran tres y se convirtieron en cinco.

En primer lugar conocimos a Álvaro Egido, que se presentó en MAL8 con un tema propio “sobre la amistad”. Se disculpó por cantar en inglés, porque, según nos dijo, no le parecía que fuera habitual. En realidad no es habitual, pero todo lo que no es habitual, es bienvenido aquí. Yo me disculpo por no entender la letra y no poder hablar de ella. Si alguien de los presentes lo quiere contar en comentarios, sabremos algo más.


He de admitir que no sé cuándo salió a actuar José Migué (sic), debió ser por aquí, pero no lo tengo ni anotado en el cuaderno… En fin, era un señor que vino a cantar. Hizo un extracto de un tema “folclórico” de Rafael Farina, salmantino de pro. Lo cantó a toda velocidad, preguntó “¿qué tal?”, esperó la respuesta del público, que fue algo así como un rugido, y se bajó del escenario. Yo no sabía si era una broma o un hecho real, sobre todo cuando me preguntó que quién había ganado el concurso.


También conocimos en este MAL8 (152) al cantautor Dani Mayo, que nos quiso deleitar con Sus ojos negros, canción en la que cuenta cómo “en un instante fui de ellos prisionero”, y “es imposible olvidar”, a pesar de que “no conozco su paradero”. Sospecho que pronto sabremos más de él. Y eso espero, porque me da muy buena espina este artista.


Los cuartos nuevos participantes fueron pescados. Es decir, los pesqué desde el escenario, porque vi entrar a alguien con una guitarra, le pregunté que si le apuntaba, me dijo “toco la guitarra acompañando a Lucas” y, acto seguido les presenté. Una vez en escena, nos dijeron que solamente habían venido a ver la sesión, y que esta es la primera vez que se suben a un escenario. Lucas a la voz y a la guitarra, y su amigo a la guitarra, interpretaron con contundente energía Knockin' On Heaven's Door de Dob Dylan. Como atraído por esta música celestial, atravesó en ese momento la sala Íñigo Coppel para ir al baño, otra de las cosas de esta edición que me recordó a los viejos tiempos. Andaba por aquí porque le estaban haciendo una entrevista, a ver si la próxima vez que venga lo hace también para deleitarnos con las canciones de su nuevo disco.


Ellos fueron los cuartos nuevos participantes, luego os hablaré del quinto, del que ya he dicho su nombre en la introducción a esta crónica. El siguiente participante fue nuestro admirado y adorado José Miguel González, un alma enorme que se regala cada martes en nuestro escenario, hoy de forma más peculiar que nunca. Nos anunció al salir que iba a hacer una “antología de sus peores poemas”. Sus peores poemas pueden ser mil veces más interesantes que los mejores de muchos. El primero que nos leyó se titula El reino animal, y cuenta en primera persona la vida de un fox terrier, ese perro que se utiliza para la caza del zorro, ya que por su tamaño entra en las madrigueras de los pobres forajidos. “Nacer, cazar, comer, follar y morir” es el lema de estos animalitos, según José Miguel. Siguió con dos poemas igual de peculiares, Amanecer en el Pleistoceno y El esfuerzo inútil produce melancolía. Aunque nos traiga una antología de sus “peores poemas”, José Miguel González siempre nos deja satisfechos.


Sí, esta edición me recordó mucho a los viejos tiempos también por la actuación de Marta Plumilla, que cantó acompañada por mí a la guitarra, una canción a la que le tengo especial cariño, yo diría que muchísimo cariño, La vida secreta de dos marionetas, que habla de “un amor entre bambalinas”: “nunca caminé por el mundo real contigo de la mano comiéndome un helado, pero repasé cada línea de tu piel recorriendo con mi lengua tu cuerpo de trapo”. Precisamente así, “la vida secreta de dos marionetas” se va a titular la gira que Marta Plumilla y yo, Andrés Sudón, haremos durante el curso que viene recorriendo todo el país. El día 24 de Julio presentaremos ese espectáculo en el N del T en Madrid, para ir haciéndonos a la idea.


Una de las canciones más bonitas que se escucharon en este MAL8 (152) fue la que cantó Osvaldo Lindner, Te perdono de Noel Nicola. En ella perdona a la musa muchas cosas, pero “lo que no te perdono es haberme besado con tanta alevosía, tengo testigos: un perro, la madrugada y el frío, y eso sí que no te lo perdono, porque si te lo perdono, seguro que lo olvido”. Agradecemos mucho a este erudito de la canción que traiga tanta belleza al MAL8.


Pero claro, la belleza es la tónica del MAL8, y uno de los que más la cultivan, recolectan y distribuyen es Javier Cuenca, que está en un momento maravilloso (bueno, yo no le conocía antes del MAL8, quizá ha sido así siempre). Nos cantó su canción Cuando éramos de luz, que habla de un reencuentro que le recordó que “se puede vivir algo especial”. Estoy seguro de que el punto de vista de Javier Cuenca siempre le llevará a captar lo especial de las cosas, y lo mejor de todo es que lo convierte en canción y nos lo regala cada martes aquí.


Mientras cantaba esta hermosísima canción Javier Cuenca, me fijé que a mi izquierda estaba escuchando obnubilado nada más y nada menos que Pancho Varona, co-compositor de algunas de las canciones más importantes de la historia de este país. Junto a Joaquín Sabina ha hecho canciones que forman parte de la banda sonora de muchas de nuestras vidas. Le toqué con la mano y le dije “hola, ¿quieres tocarte una?”, a lo que respondió, “¿hay guitarra?”, le dije que usara la mía y fue a la barra a buscar a sus amigos para que le escucharan estrenarse en MAL8. Nos cantó Y si amanece por fin, dándonos una gran alegría a todos los que desde la humildad venimos aquí cada martes a revolucionar el mundo de la canción.


Tras la brillante intervención de Varona, subió a escena Chen Ming (siempre se me olvida preguntarle si su nombre se escribe así). Esta semana nos cantó Sorry seems to be the hardest word de Elton John.


Como andábamos bien de tiempo, René se ofreció a recitarnos un poema, que quiso dedicar a Diego Mattarucco, ya que está lleno de aliteraciones: “tan sólo por un ósculo estás en mi ventrículo”. Todo rimaba igual hasta que terminó diciendo “ano”, palabra que ya había usado Mattarucco en esta edición. Nos pusimos hasta el mismísimo de reírnos.


Y el MAL8 (152) terminó con la intervención de Camilo con una canción muy apropiada para un final, cuando el sol se esconde. Un gran broche para esta curiosa sesión que tanto me recordó a los viejos tiempos. Quizá sea parte del paso a esta nueva etapa en la que entramos.


Antes de despedirme voy a contaros en qué van a consistir nuestros próximos talleres, que celebraremos en semanas consecutivas. El primero será el 15 de Julio, un taller normal, como los de siempre en el que todos los que queramos participar tendremos que llevar una canción titulada “España”. Sí, sí, España. Me parece un tema interesante, controvertido, polémico, perfecto para el nivel de reto en el que solemos trabajar. Ya sabéis, para participar tenemos que escribir a microabiertol8@gmail.como, poniendo como asunto “taller España”. Qué bien nos lo pasamos. Y la semana siguiente, el día 22 de Julio, haremos un experimento: el taller se titula “Sin título”, y es sólo para osados capaces de ir a un taller en el que no se sabe lo que vamos a hacer… Sólo hay que llevar compuesta una letra de canción sin música metida en un sobre cerrado y entregármela antes de empezar la sesión. Cualquiera puede apuntarse, pero advierto a los poetas que habrá que cantar sí o sí. No creo que José miguel González, por ejemplo, tenga problema alguno. Quien tenga genitales para apuntarse, que escriba a nuestro correo con el asunto “taller sin título”. No os asustéis, este taller tiene como objetivo principal que nos divirtamos sobremanera, y además pueden salir cosas muy bonitas. Qué bien nos lo pasamos.

Y ya me despido hasta el próximo martes, que es mañana. Gracias a Marta Plumilla por las fotos, a Libertad Ocho por el tiempo y el espacio, a los artistas por su talento y generosidad y a vosotros por leer, comentar y compartir.

Andrés Sudón