La
edición nº 135 de MAL8 (Micro Abierto Libertad Ocho) comenzó con un improvisado, pero
concienzudo, discurso con el que quise transmitir a los presentes lo que
significa que estemos haciendo un disco, qué trascendencia potencial tiene que vayamos
a publicar un álbum con canciones hechas en nuestros propios talleres. Todas
las personas que en el mundo conocen el Libertad
Ocho, estarán interesadas en saber qué se cuece en su famoso micro abierto.
Llegaremos a ese público, y también crearemos expectación, porque lo que está
sucediendo es algo fascinante. Taller tras taller, nos hemos ido esmerando
hasta lograr pura magia en la sesiones en las que presentamos públicamente esas
composiciones que hemos hecho en privado. En este disco vamos a grabar quince canciones
hechas para cuatro talleres diferentes, los primeros que hicimos. Los que han
querido participar en él están grabando las canciones en completo directo bajo
la discreta y atenta mirada de Antonio
de Pinto, productor del disco y uno de los cantautores más importantes de
este país. Los artistas participantes lo estamos dando todo, y lograremos un
resultado fresco. En breve empezaremos con lo siguiente, conseguir financiación
para fabricarlo. Venderemos por adelantado el número de copias suficiente como
para recaudar lo necesario. Si lo logramos, lo presentaremos y nos pondremos a
trabajar en el siguiente, que probablemente sea “Palabras salvadas”, con canciones del taller con ese nombre, en el
que compusimos canciones con palabras en peligro de extinción. Si lo logramos,
pronto podremos hacer discos con las canciones de los talleres que estamos
haciendo ahora. Si lo logramos, y así hacemos crecer el público de la canción
de autor, podremos hacer entender a la opinión pública que la canción de autor
es calidad, originalidad y autenticidad, que es cualitativamente como el cine
de autor. Si no lo logramos no sé qué pasará, no he pensado en ello.
Eso
es lo que quise trasmitir cuando comenzaba el MAL8 (135) este pasado martes 18 de Febrero del 2014. Sesión que
comenzó con un veterano malocho, Pablo
Bermejo, uno de los participantes del disco. Cantó una canción muy
especial, Impaciencia, escrita en
1976 por Jorge Alberto Landáburu, un
compañero del colegio, y musicalizada por él. “Nadie me rellenará como una
aceituna (…), nadie me guiará y, sin embargo, lo espero intranquilo”. Lírica
fresca y armonía bella y luminosa. Pablo
la cantó con emoción preadolescente, dándole un buen comienzo a la sesión.
El
segundo fue un impaciente (chascarrillo, léase el título de la anterior canción
un poco más arriba) Adrian Timms,
que tenía una inminente prueba de sonido y pidió ser de los primeros.
Acompañado por la guitarra eléctrica de Alfonso
Parra, cantó The river. Muy bien
tocada, bonita voz, todo sutil.
El
siguiente, Luis Fercán, vino al
evento con el anterior participante, por eso actuó en tercer lugar a pesar de ser
nuevo participante, porque iba a la misma prueba de sonido. Lo habitual es que
los nuevos participantes salgan a escena a mitad de la sesión, para que se
contagien del espíritu del MAL8
antes de cantar. Fercán anunció su
canción como “un perdón a otra canción”, pero no dijo el título. Si hubiera visto
una hora de espectáculo habría visto cómo la mayoría dice el título de la
canción. Es que mola que salga en la crónica (¿se sigue diciendo “mola”?). La
canción, es de una lírica simbólica y elocuente: “me sobrevuelan los pájaros
grises (…), me da por recordar, y tu mirada no puede dormirme (…), lo diré sin
rimar: quiéreme”; su música tiene interesantes cambios rítmicos y armónicos.
El
siguiente fue un habitual, Camilo,
que ya tiene canciones hechas para los talleres como para participar en
próximos discos (léase el primer párrafo de la cónica). Además de en estos
talleres, Camilo participa en otras
experiencias; la canción que nos cantó, Se
me ocurre amarte, fue arreglada por diferentes internautas, cada uno en su
casa con su equipo. Eso nos contó antes de cantar esta melancólica canción que
termina diciendo “¿tú no te das cuenta de que el amor como vino se irá?”, tras hacernos
entender que se va dejando huella.
El
tremendo Caso Omiso, ser humano en
constante expansión y autoconocimiento, nos cantó Obsesiones, tras alentarnos: “tenéis que reconocerlas, como yo”. Es
cierto, Caso Omiso es un compositor
arriesgado y aventurero, habla de cosas que muchos ocultan. Por eso soy su fan,
además de porque hace pensar y reír a quienes le escuchan. Es un lujo tenerle
habitualmente en nuestras sesiones.
El
escritor José Miguel González fue el
siguiente en escena, otro fundamental que pronto participará con sus poemas en
el libreto de próximos discos. Porque los poemas de los poetas que han
participado en nuestros talleres, saldrán en los libretos de los discos que
puede (léase el primer párrafo, -y perdona que sea tan reiterativo si lo estás
leyendo todo seguido) que hagamos. José
Miguel, antes poeta y ahora escritor en general, comenzó su intervención
entonando “bla, bla, bla…”, texto de Marta
Plumilla, tras lo cual hizo una breve y contundente apología de su croudfunding
(creo que él dijo “recogida de fondos”, o algo así), el cual está ahora mismo
en marcha. Después introdujo su cuento con unos versos de Vallejo: “me moriré
en parís con aguacero un día del que tengo ya el recuerdo (…)”, y entonando a
Verdi enérgicamente. Nos leyó un delirante relato titulado Ven a buscarme, en el que el protagonista narra en primera persona
cómo se pierde en París y pierde el vuelo de regreso en circunstancias propias
de la mente inquieta de nuestro querido José
Miguel González.
A
continuación salió a escena Vico,
cantautor con talento a raudales, por lo que decía principio de la crónica (je,
je –para el que lo esté leyendo seguido), por su originalidad, autenticidad y
calidad. En esta ocasión nos cantó una versión al piano, instrumento que
confesó no dominar, “va a salir mal”. Fue una de Franco Battiato, artista que reúne
las características de un gran cantautor, como decía arriba je, je (-ya basta).
La canción salió muy bien, porque Vico
siente lo que canta, y se esfuerza en hacerlo bello.
La
originalidad y la autenticidad son también dos características que acuñan los
siguientes participantes, Javirromasyeyé,
dúo de lo más peculiar, que nos sorprendió la semana pasada con El coño de Pablo. Volvieron a no
dejarnos indiferentes con la canción que nos presentaron esta semana, El chetes, la historia de Antonio Ramiro
Julián, “banquero de oficio, artista de corazón”, compañero de los Javirromasyeyé en la Facultad de Bellas
Artes. Un hombre de más de cincuenta que se ha matriculado para cumplir con su
vocación. Un hombre al que además “le gustan mucho los chochetes, por eso el
apodo de El Chetes”. La canción es un divertido, pero no carente de emotividad,
homenaje al arrojo de este estudiante.
La
siguiente participante, Cristina
Diazmadroñero, que venía con los Javirromasyeyé
y quiso recitarnos un breve poema, tan breve que cuando me senté a escucharla,
ya había terminado. No me enteré de nada. Nunca pensé que fuera necesario
establecer un mínimo de tiempo en el escenario, ¿qué opináis? (opínese en
cometarios a esta entrada, por favor).
René, la mitad de SilNé, es decir Né, fue
el siguiente participante. Esta vez dejó la guitarra a un lado y sacó su faceta
de poeta, en la cual tiene un grandísimo talento. No sólo escribe las
ingeniosas letras divertidísimas de SilNé,
también hace ingeniosos ejercicios de autoconocimiento y análisis de la
realidad, poemas como el que nos leyó este pasado martes. No llegué a apuntar
el título, pero anoté algunos versos. En todo caso, le pido a Né que ponga en comentarios el poema,
si es posible, y si es tan amable. Invito a todos los demás a participar en
esta crónica poniendo en comentarios la canción o el poema que han leído en la
sesión, los numerosos lectores que tenemos en el extranjero, lo agradecerán.
Preciosa
la siguiente actuación, la de Daniel
Moncloa, que en otras ediciones cantó con su hermana Alma, y que esta vez vino en solitario a cantarnos una canción que
habla de “los diferentes puntos de vista”, You're
wrong. La guitarra tenía cuerdas nuevas y se desafinó, pero supo cómo hacer
para que no se notara, además su voz es tan bonita y envolvente, que nos olvidamos
de la guitarra y disfrutamos de sus cuidados falsetes y su hipnótico compás.
Yo,
Andrés Sudón, fui el siguiente
participante. Salí con muchísimas ganas de cantar, porque últimamente no tocaba
todo lo que mi adicción me exige. Ya he cantado más estos días que he estado en
el sur empezando a promocionar “Consciencia”.
Pero el martes pasado (escribo esto un sábado de madrugada) tenía mono y canté
una canción que ya he cantado varias veces en el MAL8. Me explico porque yo suelo estar a favor de cantar canciones
diferentes cada vez que se participe. Sigo estándolo, pero disfruté cantando
una canción que me gusta mucho interpretar, Sobrenatural,
de la que ya he hablado en crónicas anteriores (esto pongo de los demás cuando
repiten canción…).
Después
de mí salió a escena nuestra admirada Marta
Plumilla, que está en plena campaña de recaudación de fondos para su nuevo
disco “Sonata de miedo para piano
interpretada con guitarra por una guitarrista pésima e interrumpida
constantemente por mi voz interior”. Introdujo su canción diciendo “Hemos hecho
un mundo nuevo para ti”. Después nos cantó cosas de ese mundo, como “atraqué un
banco de peces”, o “llegué a la quinta de su cuatro orillas”. Es un placer
viajar por su “mundo interior, mágico y misterioso, poblado de sensaciones y
personajes”, como dice este artículo. Esperamos que la campaña
sea un éxito, desde el MAL8 haremos
lo que podamos para que el mundo pueda disfrutar de su música. Desde hace más
de dos años no ha faltado ni un solo martes, y ha participado en todos los
talleres que hemos realizado, así que la veréis en el disco “Consciencia, soledad, libertad y gente rara”,
del que hablo en la introducción.
A
continuación salió a escena otro habitual, el prodigioso Juanlu Mora. Introdujo su canción Tiempo blanco diciendo “paren sus relojes y verán que lo que pasa
es la vida”. La poesía es un elemento que Jualu
domina magistralmente, por eso no es raro que en su canción recite sobre la
emoción de la música al final de la pieza. Es un lujo tener tanto talento
alrededor.
Pero
no todo el campo es orégano. No siempre tenemos suerte. Dicen que la suerte es
trabajo, y puede que así sea. El siguiente participante no tuvo mucha suerte. David San Sebastián ha venido ya varias
veces a nuestras sesiones. Se le ve entusiasmado subiendo a cantar versiones de
canciones muy famosas del pop rock de los sesenta, versiones que son extractos,
porque, no sé si adrede, canta sólo algunas partes. También se inventa un poco
la letra si es en inglés. Nunca he visto nada igual. Esta vez trajo una conocidísima
canción de Los Brincos, que cantó como hace habitualmente, con la diferencia de
que esta vez se mostró insatisfecho con su actuación. Si está leyendo estas
líneas, le recomendaría cariñosamente dos cosas: que traiga la canción en papel
y así no le abrume el fulgor del escenario, o que traiga una canción propia,
que las composiciones de uno no se olvidan fácilmente. En todo caso, le
recomiendo que ensaye mucho más para que la suerte le sonría, ahora que sabe
que los nervios le pueden traicionar.
El
siguiente participante, Javier Cuenca,
es ya un habitual del MAL8, martes
tras martes, va mostrándonos su excelente repertorio. Antes de cantar, nos hizo
saber todo lo que había disfrutado en el concierto de Marta Plumilla en Galileo, ya que la semana pasada no pudo pasarse
por el MAL8 y tenía ganas de contárnoslo.
Después presentó su canción diciendo que trata sobre un “viaje que nunca se
realizó”: “sin conocerte viajé contigo al norte”, comienza diciendo esta
canción-aventura en la que “rodeados de espías y artistas de variedades, somos
dos agente secretos en plena misión”. Una canción de auténtica fantasía, ya en
la recta final del MAL8 (135).
Antes
hablábamos del pop rock de los sesenta, y el siguiente participante es un verdadero
experto en ello, Ángel de Andrés, un
malocho de los que más veces han participado en nuestras ciento treinta y cinco
sesiones, siempre fiel a su estilo. En esta ocasión nos cantó un tema titulado De vez en cuando, la cual nos dijo que
sólo toca “de vez en cuando”. Una canción en la que lamenta “qué corta ha sido
la sinfonía del amor”, y en la que confiesa que “de vez en cuando me da por
seguir pensando que (…) supimos que nuestras vidas juntos no iban a seguir”, ya
que “escogiste tu libertad”.
Desde
que vino por primera vez, hace tres semanas, Juan Antonio Ordóñez, el siguiente en escena, no ha faltado a
ninguna sesión. En esta edición hizo algo que nos gusta particularmente,
estrenar una canción recién compuesta, Lo
que quiero, en la que enumera sus querencias, “el amor que quiero tiene
ritmo de bolero”. Confiesa que “la amistad que ahora quiero es de malas
compañías”. Una canción vitalista, con claras influencias de Serrat, incluso
utiliza palabras muy del maestro, como “atorrantes”. También su forma de cantar
está llena de peculiaridades serratianas. No obstante, yo escucho su voz y
deseo escucharla mucho más, porque la calidad de sus composiciones merece una
luz propia.
Ya
muy cerca del final, salió, con un tigre delante y otro detrás, la perfopoeta Olivia
Tomé a recitarnos un fragmento de su “Frívola
fragmentada”, acompañada por Marta
Plumilla, tal y como hicieron cuando presentó el espectáculo en la antigua “Sala
Triángulo” (ahora “Teatro del barrio”). No recuerdo qué fragmento es, es el que
enumera las cosas que dice él (el muso) mientras Plumilla repite ciertas frases significativas como un susurro
interior (apoyada constantemente por su voz interior). Como siempre, fascinante
y orgánica.
El
penúltimo de la noche fue Miguel de Paul,
que estaba radiante de felicidad. En la crónica de la semana pasada conté cómo
triunfó con su canción del Estrecho de Gibraltar, canción que está dando frutos.
No cuento más, porque no se habla de proyectos que no se han hecho, a mí me habló
de esos frutos antes de que comenzara la sesión, cuando subió al escenario no dijo
nada de esto, se limitó a estar resplandeciente. Nos contó que ese día era la
efeméride de la muerte en accidente aéreo en 1955 de quien compuso La Bamba, canción que cantó con gran
energía y buen rollo.
La
última canción, como es habitual, fue la de quien después hizo un concierto en
el escenario de Libertad Ocho. En
este caso fue la mitad de quien después actuó, es decir Manu Clavijo, componente del dúo Calvijo y Fernánadez Fernánadez, una de las más exitosas
iniciativas que han surgido en torno a los micros abiertos que frecuentamos. No
sé qué tenía pensado cantar Manu,
porque desde el público le pidieron (fue Caso
Omiso, a quien no se le puede hacer lo que su nombre indica) que cantara Animales cobijados, una, por cierto, de
mis canciones favoritas de su disco. Disco del cual no cantaron ni una sola
canción en su concierto. Para sorpresa de los asistentes al evento, aunque
estábamos avisados, solamente cantaron canciones de su repertorio que no están
en el álbum. Hacer eso me parecía arriesgado, pero fue maravilloso escuchar un
montón de canciones que hacía mucho que no escuchaba, o que nunca había
escuchado. Deberían hacer un disco inmediatamente con esas canciones, no creo
que ninguna de ellas deba perderse. Lo que no ha cambiado y va a más es su
compenetración y su soltura en escena. Vaya dos máquinas. Manu con su particularísimo mundo literario y armónico, y su
destreza y sutileza con el violín, y Juan
con su virtuosismo, originalidad y perspicaz humor. Siempre que les veo su
concierto me parece mejor que el anterior. Una gran noche. Precedida por una
enriquecedora tarde de MAL8.
Tarde
de la que podéis hablar los participantes y los asistentes en los comentarios a
esta entrada, y así completar esta crónica para satisfacción de los que no
pueden asistir por trabajo, por vivir en Moscú o por estar leyendo esto en el
año 4216. Gracias especiales a las bonitas fotos que ha hecho Mafe en esta edición. Gracias a los
malochos, público y artistas, gracias a Libertad
Ocho y gracias a ti.
Andrés
Sudón
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar!Gracias por compartir tu blog! Los poemas breves están bien para leerlos y degustarlos despacio. En escena la poesía ha de llegar al público asistente de algún modo que has de encontrar. Yo no lo escuché porque estaba ocupado con la coordinación, y cuando puede prestar atención ya se había terminado, pero me han comentado que es un importante poema para ti. Ponlo por aquí para que pueda apreciarlo como se merece. ¡Gracias por comentar!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPor si alguien quiere escuchar la canción que presenté envío un enlace:
ResponderEliminarhttps://soundcloud.com/juanantonioordo-ez/lo-que-quiero
No se me ocurre mucha cosa, sólo agradecer de nuevo y decir que estoy más feliz que una lechuga, que no hay actuación de la que no aprenda algo, que todo despierta mi interés y que disfruto como un enano escuchando y cantando cuando me toca en los micros abiertos de Libertad 8
Ahí va mi poema. Cuando lo leí el martes pasado, cambié "poemarios, novelas", por "recitales, microabiertos", por chinchar un poco más que nada.
ResponderEliminarVUELTA A CASA
Los dedos tintinean de llaves encendidas.
El metro despacioso alimenta la ansiedad.
Parece al fin anciano el día interminable,
El fin de la jornada
Presienten los sillones en su temblor de muelles.
Por fin a casa llego después de todo un día
Andando de cabeza –postura harto incómoda-
(¡vive dios!)
Esperas encontrar
Un poco de sosiego, merecido descanso,
¿y qué es lo que te asalta?
Un burdo despiporre, un loco guirigay,
Una orgía desenfrenada de palabras gritonas,
Enloquecidas, desatadas en horripilante batahola:
Tricotar y rifirrafe, bailan claqué en la mesilla;
Turgente e inconsútil, rimbombando por el techo;
Competitivo y accesibilidad, tartamudean estresadas;
Fútil asustando a diestro y siniestro
Chusma, acatarrada, moqueando;
Oblongo, busca una dieta de adelgazamiento;
Sí, quiere engordar.
Y qué decir de los prefijos siempre avasallando,
De las conjunciones que no hay quien las aguante,
De los verbos malabares aleteando por todas partes,
De los signos de puntuación haciendo cucamonas...
Conferencias, tertulias, poemarios, novelas...
Tanto ruido enloquece al más sereno espíritu,
Taquicardia de labios, mortaja de jardines,
Gladiadores que luchan con un solo objetivo:
Que enmudezca el silencio.