Por: Camilo Crespo.
El video en directo se puede ver en
el Canal alternativo de YouTube de MAL8 :
O directamente: https://www.youtube.com/watch?v=9qAsvxjOiHY
Concierto
MAL8, que ha sido estupendo. Distintas maneras, algunas geniales, de afrontar
un mismo reto. Interesante el hecho de que por comenzar todos con “Era uno de
esos días…” ha habido tanta referencia al tiempo. Hemos tenido teatro, poesía,
canción, microrrelato, rock duro. Alguna coincidencia. Dos relatos de un mal día
en la oficina. Dos menciones al tic-tac del reloj.
“Oremos".
Buenas tardes. Hoy el micro, quizá porque hemos empezado a las 7:30 de la
tarde, está bastante animado. Andrés da la bienvenida a presentes y onlainers al Concierto MAL8 titulado “Tu
propia aventura II” (el primero lo hicimos en 2017). Para este concierto,
Andrés le pidió a un persona (cuyo nombre se desvelará al final) que escribiese
un inicio con el que deberían empezar, más o menos, todos los poemas y
canciones que se estrenen hoy. Nuestro presentador pasa lista, aunque se
entiende que habrá llegado casi todo el mundo. Tras explicar las características
del micro (excepto el tiempo de 5 minutos, hoy más laxo), presenta a la primera
tanda.
Camilo Crespo (c’est moi) ha podido pasarse por aquí a presentar su tema. Tras colocar el micro en una posición como para ser visto igual desde las dos alas de la sala, ataca su tema con ritmo medio. Va de que el mundo que conocimos antes de la pandemia (el Salvaje Ayer, que cantaría Sudón) ha desaparecido totalmente.
Los lagartos y lagartas con piel humana seguían rompiendo el mundo
Era uno de eso días en que se suelta el andamio, se escurre el escalpelo
Alguien pulsa el botón rojo, alguien da todo el poder a un ordenador
El reloj hace tic tac la vida de nuevo a punto de cambiar
De esos de compras de navidad o de salir camino a la playa
Y aquel ruso iluso lo eligió para darle la mano a ese actor
Que alguien pulse el botón rojo que alguien detenga al pobre Gorbachov
El reloj hace tic tac la vida de nuevo a punto de cambiar
Llega el tiempo de que intentemos dar luz, como una vela en la oscuridad
Cuando amenaza tormenta solo nos queda esperar que no nos toque navegar
Y que su forma de enfrentar a China seria ampliar su imperio
Europa peligra a punto de ser absorbida por el monstruo del consumo
Pero a ti qué más te da si solo te falta celebrar el cuatro de julio
El reloj hace tic tac la vida de nuevo a punto de cambiar
Cuando quieres reaccionar la pesadilla está en tu cama una vez más
Mi Antonio, tras dejar para el sorteo una carpeta
y un espejito de homenaje a las y los malochos. Y nos relata un típico día de
oficinista. “…Llegué muy tarde a la oficina y el jefe mal me miró. Yo creo que
me tiene inquina. O quizá algo peor. Me encargó una tarea con urgencia para
ayer. Procuraré lo que desea, aunque no sé si la terminaré…”. Vamos que
mejor no haberse levantado, concluye.
Andrés Sudón nos brinda otro de sus ejercicios
preciosos de composición, mitad armonía, mitad poesía. “…Tropecé con un poema
que sabía a cicatriz. Tropecé y me dispuse a volar. No a caer; esta vez a volar.
Era uno de esos días y me dispuse a volar. Volando vi que sí, que aún sigue
viva en mí la bobada de vivir volando…”. Precioso tema de Andrés. Bravo.
Kiki
Parlange es nueva y se
tira 11 minutos sobre el escenario, porque, como sucede de vez en cuando en el
micro, no conoce la dinámica del MAL8. Así que prepara toda una parafernalia
sobre el escenario para hacer su actuación, que consiste en leer un texto que
acaba de escribir y cantar la canción “rosas”, de La Oreja de Van Gogh.
Rio Vire dice que vino hace cuatro días de
Cartagena, Murcia, y no ha hecho más que comer (pan) y beber. Así que está un
poco perjudicado. Pide un poco de colaboración por parte del público. Y nos
canta un tema suave de ritmo amable. “…No quise llamar la atención de los pocos
viandantes que pasaban también sin brújula. Hasta que alguien bloqueó el
espacio de mi siguiente pisada y me agarró del brazo…”. Me ha encantado su
forma fácil (que parece) de componer y de interpretar.
Nuestro querido
presentador le indica a Kiki que ha debido de haber algún malentendido, ya que
ella no ha seguido las reglas de este concierto. Y que, al igual que ella, aquí
todos somos especiales (Pero tenemos que seguir reglas, añado, que no
perjudiquen a los demás; y el tiempo es una de ellas, casi la única). Pero
Andrés le da la bienvenida y “nos dejamos de discursitos y seguimos",
termina. Y presenta a la siguiente tanda.
El Gato
Gitano (gato por Madrid
y gitano por el Romancero Gitano) dice que aquí todos somos animales que
tropezamos en las mismas piedras. Está un poco nervioso porque nunca ha cantado
con atril. Además, tras veinte años, en la música, es la primera vez que se
apunta a un ejercicio de composición, aunque, eso sí, ha disfrutado haciéndolo.
Y después de dejar un disco suyo para el sorteo, nos canta su tema, mitad
recitado mitad cantado en forma de Reggae. “…Eran momentos de sequía. La
oscuridad te atrapa y te sientes minúsculo, pues lo perdido mata. Eran quizá fantasías de
perder el tiempo y alma. De aguantar todo ese cúmulo y sentir que nadie te ama…”.
Estupendo, según suele ser lo que El Gato Gitano muestra.
Oscar del
Pozo (el actor, como lo
ha presentado Andrés), nos trae un ejercicio que trata de la lucha que suele
dominar la composición. “…Cuando entré en la habitación ella se había
incorporado. No me he olvidado de lo que dijiste ayer, me dijo… ¡¿Esto qué
es?! ¿Qué es? ¿Una novela turca dramática? ¡¡Por favor!!... Era uno de esos
días…”. Genial.
Marta
Plumilla emboca un tema
en ritmo de tres por cuatro. Su letra habla del paso del tiempo. “…Luz dorada
que limita infinitos bordes de trampas y un pez diminuto que hay que atrapar. Cómo
es posible. No puede ser. Ayer hacía castillos de arena. Hoy vivo de alquiler…”.
Balada corta pero intensa.
Hasen, el director de cine según lo presenta Andrés,
porque hace un año vino con dos pequeñas cámaras que apostó junto al escenario
para su trabajo fin de carrera. Espera pronto poder compartir su película con
la gente del micro. Él se dedica a los micro relatos, así que nos brinda su
granito de arena a este concierto. “…Nada era casualidad. Lo importante era
empezar en pequeño. El microondas en modo descongelar, para que se te quedase
el café frío. A cambio la tostadora calentaría 30 segundos más; lo suficiente
para dejar de un precioso tono negro carbón el pan que siempre desayunas…”. Micro
relato sobre la mala leche que a veces se genera con la convivencia. He
visualizado el corto que saldría de aquí.
Ernesto
Arango, el cantactor, según
él mismo se define, precisa de la ayuda de un alma caritativa para poder leer
su letra. Su road manager, la define. “…Amanece. Tic-Tac Tic-Tac. Ha
cambiado. He cambiado para siempre. Y de repente todo cambia para siempre. Siempre
no dura. Siempre se acaba. Siempre no dura dura y me levantó…”. Me sorprende que
su letra y la mía hablan del tiempo, de cambio y, además, del tic-tac. Qué
fuerte. Esto, estas coincidencias, ocurren siempre en los conciertos-talleres
del MAL8.
Era uno de esos
días en que tropiezas al alba y caes en el crepúsculo
tic tac
siempre
de repente todo cambia para siempre
he cambiado para siempre
siempre no dura
siempre se acaba
siempre no dura dura
y me levanto
Era uno de esos días en que tropiezas al alba y caes en el crepúsculo
Amanece
tic tac
ensayando
ensayando
soñando viviendo amando
"no tengo tiempo y lo siento"; dijo Lorca
y Dalí derritió los relojes
he cambiado para siempre
siempre no dura
siempre se acaba
siempre no dura dura
y me levanto
Al final,
nos recuerda Andrés, sabremos quién ideo la frase de inicio de las canciones y
poemas. Casi todo el mundo ha seguido el guion establecido, la verdad, aunque
no todos o todas. Esta quedando genial todo. Y vamos con la penúltima tanda.
Clara
Espinosa Pérez viene a
recitar, acompañada de David, que tocará el piano. “…Uno de esos días en los
que mi torpeza me desorienta las ganas y mi mirada, en carne viva, no te puede ni
rozar. Uno de esos días en los que me acuesto a medianoche con la calma
desubicada y la inercia sobre el sofá…”. Bonito poema.
Sergio Sanz nos dice que su canción se va a llamar “Pajarillo”.
La verdad es que casi nadie ha desvelado el título de su composición. Como
suele, va a improvisar casi toda la melodía. “…Doce pasos desde el abismo hasta
la calle. Parecía el camino de Santiago, desde Roncesvalles. Me escondí en mi abrigo, atusé
mi cabello y empecé a dejar que el mundo viese mi intensa huella…”. La poesía
de Sergio me parece muy de realismo mágico. Me encanta.
Elena
Hernando se anima a
decir también cómo se titula se poesía: “El destino de elegir camino”. Se
agradece, la verdad. “…elige me dije todo no lo puedes tener elige me dije a
punto estaba de desfallecer cuando Escribí tu nombre en un papel y sin entender
Por qué mis labios ya te habían nombrado…”. También tiene que ver con el
tiempo. Quizá la culpa la tenga ese “era” del inicio obligado.
Aura Boyer está encantada de poder venir a un
sitio donde hay piano y no se está bajo la dictadura de los guitarristas, como
suele pasar, explica. Su tema va sobre algo nuevo, añade. Una aventura que no
tiene ni futuro ni final. “…Y me bastan las medias tintas de esos días en los
que tropiezo con calma y caigo con una sonrisa. Uno de esos días que no me
abruman sus tormentas, porque me arrulla tu brisa. Una de esas noches que fui
para irme con tu olor y fantasía…”. Tema casi susurrado. Muy suave y bonito.
Carmen
Aparicio se declara
encantada de poder disfrutar de lo que se está viviendo hoy aquí. Dice que su
poema es muy cortito y no tiene título, porque es su costumbre no ponerlo. “…Y
el olvido era el precio de dar tonalidades al capricho. Sostuve en secreto mi vacío
teñido, pinceladas del sol. Rojo fuego sostenido. Doble nota, música, fervor. El
ocaso me confiesa: estoy cansado…”.
Jobar, jolín,
caracoles, rayos y centellas, dice Andrés. Porque sólo queda una tanda para terminar. Todo empieza todo acaba y vamos a
llegar al final, añade. Pero antes de pasar a la última tanda quiere contar que
mañana, después del micro hay concierto de Gorka Zabaleta, un cantautor que
canta en euskera, pero que, aunque no se le entienda, es un placer escucharle. Andrés
añade que todos deberíamos aprender las lenguas de nuestro país. Y Fernando González
Lucini, estudioso imprescindible y dinamizador de la canción de autor,
aprovechara el concierto para celebrar su cumpleaños y regalara un libro a cada
asistente. Y vamos con la tanda de las primeras personas que se apuntaron al
concierto y que son cuatro personas malochos de postín.
Diego Cruz deja una invitación para uno cualquiera
de sus tres conciertos de fin de mes aquí. Dice que su canción se titula como
su palabra favorita, que no sé cuál es. Comienza recitando, antes de lanzarse a
cantar con su buen ritmo acostumbrado. “…Lo contrario existe unido a sus
complementario. Símbolo de amor y síntesis. Minúscula, mayúscula, en su micro inmensidad. Así, tal
cual, somos tú y yo. Como una letra Y entre paréntesis…”.
Javier Gijón tiene concierto el día 22 aquí y deja una invitación para participar en él. Ya sea poeta o cantautor. El lunes que viene traerá otra. Da las gracias a Andrés, como ya ha hecho Diego, por crear esta manera de empujarnos a crear. Y añade que él se siente más bien como vehículo para que la canción salga. El título de su tema es “Instante eterno”.
uno de esos días que se tiñen de nostalgia sin saber, muy bien porque
miro atrás y veo aquel chiquillo que ocultaba su ingenuidad
aquellos ojos que miraban inocentes sin saber, que la luna que contempla ya iluminó ayer, hoy le mira sonriente a él también.
uno de esos días que se tiñen de tristeza al saber que ya no estás
miro atrás y siento tu serenidad, tus enormes ganas de soñar
la luz que iluminaba tu mirada por querer, vivir cada segundo y saborear pequeñas cosas que no vemos pero están sin pensar en el mañana.
Andreas Kalk
Badan dice que es difícil
igualar todo lo que se ha visto hoy aquí, pero que lo va a intentar. Y nos
brinda uno de los poemas mas hermosos que le he conocido. Y nos recita su “Flores”.
y caes en el crepúsculo», Bea…
Sabes bien del tropiezo del que te hablo.
Pero aquel día todo cambió para mí.
.
Tropecé al amanecer con ese olor suyo; un olor
que me acompaña desde aquella etapa cámbrica
en la que flotaba en el vientre lácteo de su luz.
.
Con torpeza me levanté de la cama
y deambulé hasta su cuarto siguiendo el rastro aceitoso
de aquel manantial que siempre manó del arrullo de su piel.
Y allí estaba ella, sin estar,
sobre la llanura infinita de su cama.
El infinito cabe en una sábana blanca.
.
Su último mensaje fue: «¿dónde estás?».
Y ahora… no sé qué responderle,
porque no soy más que una peonza
que voltea su tristeza
en la inmensidad espejada de su salina.
.
Estuve un rato apostado en el quicio de la puerta
esperando a que se obrara súbitamente el milagro;
como si fuera posible recomponer mi alma
arrojando las flores marchitas de mi herida contra el suelo…
.
Pero mi alma seguía rota
frente al desencanto
de aquella sábana fría.
.
Avancé con mis pasos ancianos hasta el baño.
Encendí la luz; una luz esclerótica y blanca.
Nunca me había desconocido tanto, Bea…
Y empecé a hurgarme la muela que me duele
con el dedo índice bien encajado en la boca.
Estoy seguro de que mi admirado Francis
habría hecho un buen retrato
con las sombras chinescas de mis muecas.
.
Tengo más de mil años desde que se murió mi madre.
Hay algo en mí que, definitivamente, ya no está en mí.
Es como si mis pasos ya no dejasen huella.
No soporto esta levedad. ¡No la soporto!
Necesito volver a mi triciclo de faritos azules.
Necesito arrancar de este mundo fratricida
la arcilla de mi madre y restregármela
por el cuerpo entero;
necesito el cobijo de su olor, masticarlo,
y hundir mi rostro en la pureza de su vientre vivo.
Necesito abrazarla, dios mío…
.
La muerte de una madre es una eternidad que no cesa,
como lo es la muerte de una estrella,
o el desmayo irreparable de una flor.
.
De vuelta a mi cuarto
me aposté de nuevo en el quicio de su puerta.
Y fue entonces, Bea, cuando me sorprendió el milagro.
.
Me agaché y fui gateando hasta el borde de su cama.
Y empecé a buscarla bajo el finísimo edredón de niebla
que cubría su sábana blanca.
.
Y así fui palpando cada poro de su infinito
mientras posaba mis mejillas en su almohada
por si lograba rescatar alguna luminiscencia,
o algún pedacito de carmín.
.
Y de pronto me llegó un vértigo inconmensurable.
Mi vacío implosionó succionado cada gramo de mi materia,
y me agarré al listón de la cama para no caer,
mientras aquel tornado mordía y aspirada la arena de mi cuerpo.
Y caí, ¡vaya si caí!, una y otra vez, sin dejar de caer,
hasta que quedaron visibles todos los estratos de mi dolor.
.
El tornado cesó, y unas manos blancas se posaron
en mi triste geología. Y sentí el pálpito de las prímulas
a punto de nacer en el crepúsculo de mi herida.
.
Y así estuve transitando el dolor,
tal y como me pediste
que lo hiciera.
Y tenías razón, compañera: el dolor del alma
no se puede arrancar
porque te arrancarías a ti mismo.
.
.
Yo no sé qué será de mí, lo que sí sé
es que las manos de mi madre
son infinitas.
.
Y eso
me basta:
sus manos y mis flores.
Victoria
Loarte, felicita a
Andreas por sus bellos versos. Dice que esta canción que nos trae, titulada “La
banda de Brihuega”, es una declaración de amistad para su amiga y compañera de
escenarios últimamente, María (de Juanas) la Villana, que espera la esté viendo
por el canal de transmisión. “…Ay, Marijuana, préstame tu capa. Conquistemos la Punkyesfera repartiendo risas y quimeras. Los punkis de Brihuega nos van a enseñar
a bailar. A bailar, anarquía total. Los punkis de Brihuega, lo vas a flipar…”.
Como no podía ser de otra manera, éxito total.
Sergio
Ituero ha resultado ser
el autor de ese verso de inicio de los temas. Primero deja para el sorteo un
ejemplar de se poemario titulado “Un ejemplo de subliteratura”. Después nos lee
su poema, que en realidad es un ejemplo de aquellos cuentos de “Elige tu propia
aventura”. Así que llegado a un punto pregunta si sigue por un camino u otro y
el público decide. Mola. “…Rostros de personas que como yo hubieran decidido un
día menguar hasta casi la nada y convertirse así en Sergio Casinadie en Marta Casinadie
o en Andreas Casinadie…”. Luego explica que él se leyó todos esos cuentos y vio
que la mayoría tenían finales malos. Y les cogió maní. Así que este concierto
le ha resultado un poco sanador, porque casi todos los finales de hoy han sido
buenos.
Y así
llegamos al final de este maravillosos concierto MAL8 y ahora toca escuchar el “cadáver
exquisito” que nos brinda Ernesto
Arango, nuestro
cazador de palabras. Y tras eso, Andrés felicita a todos por haber sorteado el
escollo de trabajar con un verso sin métrica sin mayor problema. Después
despide la conexión y realiza el sorteo de los poco regalos que hay hoy.
"Podéis ir
en paz".
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