domingo, 26 de enero de 2014

Crónica de Micro Abierto Libertad 8 (131). 21/01/14



Me dispongo a escribir esta crónica escuchando el inédito disco de Marta Plumilla. Lo tengo porque formo parte de su banda. A pesar de tocar, cantar, y bailar en todas las canciones del álbum, no puedo dejar de escucharlo. Es el proyecto más bonito y especial en el que he trabajado en mi vida. El 10 de Febrero lo presentamos en Galileo. Os cuento esto para que lo sepáis, y porque de todas las cosas maravillosas que han pasado en MAL8 (Micro Abierto Libertad Ocho), esta es en la que más implicado estoy, y me sirve como ejemplo para hacer una breve reflexión de lo que está haciendo el MAL8 por la canción de autor. Marta llegó aquí un día y no volvió a faltar ni un solo martes. Cada semana, durante años, nos ha traído una nueva canción con toda la humildad y el talento posibles; su evolución ha sido brutal, gracias a su concienzudo trabajo. A día de hoy han confesado su admiración hacia ella los más reconocidos cantautores y eruditos de la canción. Además, ella y Clavijo son quienes más me han ayudado en esta iniciativa, incluso la han salvado de su desaparición. Ya casi han pasado tres años desde que comenzó esto, y podemos decir que ya estamos consiguiendo nuestro complicado objetivo: conseguir que la canción de autor sea valorada en su justa medida, admirada, consumida vorazmente; hacer saber que hacemos un producto artístico de calidad capaz de ser popular, capaz de trascender en la sociedad. Hemos empezado por crecer olvidando los complejos derivados de los prejuicios que de nosotros hay en el aire: primero se pensó que sólo servíamos para hacer canción protesta, luego fuimos aburridos, y ahora somos románticos empalagosos. Pero hay mucho más en la nueva canción de autor, hay María Rozalén, hay Pedro Pastor, hay Marta Plumilla, hay Clavijo y Fernández Fernández, hay Lope villano, hay Javier Cuenca, hay Andrés Sudón, y muchas más personas que estamos luchando no solo por sacar adelante nuestras carreras, sino también por romper los moldes que delimitan el ambiguo mercado en el que nos movemos. MAL8 nos está sirviendo a todos nosotros para hacernos fuertes juntos, pues nos une un gran amor hacia la canción, y estar unidos nos consuela de la soledad en la que nos hemos sumido tras la caída del imperio discográfico, aunque no todos los artistas que participan en el MAL8 tengan aspiraciones profesionales, y solo deseen crear y compartir. Con esto quiero animar a trabajar duro a todos, y daros la enhorabuena por los logros y las nuevas aspiraciones, sobre todo por seguir componiendo sin límites, aquí todos los martes se escuchan canciones impresionantes. Y tras esta reflexión de aliento y celebración, me dispongo a narrar lo sucedido en el pasado MAL8 (131), según mi subjetiva percepción.

Comenzamos la sesión desglosando el ente canción en las tres primeras actuaciones: el primero en actuar fue Rodrigo, que, como ya sabéis, hace canciones instrumentales, hace falta cierta sensibilidad para alcanzar el contenido de sus piezas, y si no se tiene a flor de piel, él la saca. Nos tocó La caja de música, de la que dijo que “cada día contiene cosas maravillosas, y las puede contener algo tan pequeño como una caja de música”. Las primeras notas al piano simulaban perfectamente el sonido de una cajita de música, luego comenzó la canción que va desde la simple calma a la simple fuga que siempre llega en sus canciones a la hora de la coda.


La siguiente participante continuó con el desglose, ofreciéndonos texto a secas, sin música, pero bien húmedo, pues La Chica Metáfora insiste en usar palabras crudas como “polla”, “vagina”, o “mamada”, incluidas en el texto que nos leyó, Desvestirse de nuevo, publicado, por cierto, en el boletín mensual de Libertad Ocho.


Y después de escuchar música y poesía, llegó el momento de la primera canción integral de la tarde, una pieza sin título de Cristina Dolado recién compuesta, que toca de forma original percutiendo en la guitarra. Me seduce la puesta en escena de esta jovencísima creadora, brilla de forma especial en el escenario, se le da muy bien.


Los siguientes en escena fueron los hermanos Daniel y Alma, a los que conocimos la semana pasada. Volvieron a encandilarnos con su suave luz, esta vez con una canción titulada The soon. La verdad es que lo hacen muy bonito.



La perfopoeta Olivia Tomé nos deleitó en este MAL8 (131) con una pieza de carácter erótico, Cuerpo de baile, en la que recuerda las palabras de su maestro de ballet, y entra en un ensueño de violines en el que “por primera vez bailo sin importarme lo que piensan los demás”. Creo que esta es la clave del éxito en el arte: bailar para uno mismo sin más. Ella lo logra siempre que actúa.


Raúl Ródenas está poniéndose las pilas (no sé si se sigue usando esta expresión), está volviendo con asiduidad, encontrando su propia voz. Nos lo va mostrando con canciones como la que cantó este martes, Más fuera que dentro”, la historia de un no amor: “dime que no queda entre tú y yo nada a parte de este frío intenso”. Se ve mucha verdad en su expresión. Seguimos descubriéndole.


“La verdadera patria de una persona es su infancia, donde no caben ni putos trapos de colores ni música militar (…)”, comenzó diciendo José Miguel González, que nos confesó que ha cambiado de género, aunque no se le note. Y así es, no se nota que su prosa no es poesía, ya que no puede evitar ser musical. Nos leyó un divertido relato titulado Las bragas de la Milagritos, en el que cuenta lo sublime que hay en lo prohibido en esta historia que incluye un pueril triángulo amoroso. Haga lo que haga, José Miguel, siempre es poesía.


Y, hablando de evoluciones, El Tío Antoño tiene todo lo necesario para liarla. Además de su talentazo para todo lo que haga (canciones, dibujos, didáctica y quién sabe qué más), tiene la intención de ir más allá con la música, y está experimentado con canciones de género. La última vez que actuó en MAL8 nos trajo un tango (sin abandonar en absoluto el estilo peculiar del Tío Antoño), y esta semana nos trajo una versión de un viejo blues en el que nos ha dejado escuchar su voz, su preciosa voz con un dulce vibrato que nunca había escuchado, y que demuestra mi teoría de que El Tío Antoño es materia prima de alta calidad. Por cierto, ¿recordáis la crónica que ilustró con caricaturas de todos nosotros? Aquí os la dejo.


Carlos Rodríguez nos contó que su ausencia ha sido por haber estado en un lugar con mar durante un tiempo, “estaba en la playa pensando en Madrid…”. Ya ha vuelto y nos ha traído un poco de arena en su canción Los días perdidos, en la que habla de “segundas oportunidades”.


La generosidad de Juanlu Mora es infinita. No sólo dedica muchísimo tiempo a deleitarnos con sus poemas de forma completamente altruista, también despliega esa generosidad allá donde va. Nos contó que cuando fue el invitado especial de “Versos sobre el pentagrama” (un acto que se realiza mensualmente en Libertad Ocho, en el que Moncho Otero y Rafa Mora cantan poemas musicalizados por ellos, incluyendo en cada edición al menos dos temas del poeta invitado, en este caso Juanlu Mora), tuvo el gesto de musicalizar sendos poemas de sus anfitriones. Nos cantó una de esas canciones, la escrita por Moncho Otero, Unifamiliar con vistas.


Javier Cuenca es uno de esos cantautores que está luchando por su carrera profesional, uno de esos que nos transmite la energía con la que lucha por ello. Luchando uno se pone muy fuerte, adquiere mucha destreza. Cada vez canta más bonito, cada vez toca mejor, sus canciones están adquiriendo una dimensión cada vez más bella. Nos cantó Chicas en patines, una enumeración de imágenes sonoras, “los vasos en el bar”, “las chicas en patines”. ¡Que la lucha siga!


En esta edición nº 131 tuvimos un nuevo participante, el anglófono Dan Pierce, que nos sorprendió con su bonita voz, la afinación abierta de su guitarra, y su pulcro estilo indie. Nos cantó Circled on the map. Espero que su ruta le traiga de nuevo hasta aquí.


SilNé han comenzado esta semana a mostrarnos una trilogía de canciones. Nos dieron a elegir entre una versión “depre, swing o clásica…”. Elegimos, por supuesto, la depre, y nos cantaron Poema a una nariz, de Quevedo, musicalizada por René e interpretada deliciosamente por Silvia. Supongo que el próximo martes escucharemos la segunda parte.


Como hace habitualmente, Manu Clavijo trajo una sorpresa para uno de los malochos. Cantó un poema, musicalizado por él, del poeta Suso Sudón, Cuando nadie nos ve. Es impresionante la capacidad de Clavijo para sacar la música de un poema, cambiando los versos de lugar para darle la forma regular perfecta. Suso está emocionado con el resultado, ya son varios los que le hemos musicalizado, y creo que anda barruntando la posibilidad de hacer un disco son esas canciones…

Aunque no desveló nada cuando salió a actuar, simplemente nos deslumbró recitando de memoria Humo blanco, uno de sus últimos poemas.


Me pareció ver un poco triste a Miguel de Paul, a pesar del estupendo concierto que dio la semana anterior. Supongo que es porque muchos de los malochos que esperaba en su evento no asistieron. Espero que entienda que esta es una carrera de fondo, y hay que empezar recorriendo un pequeño y duro trecho, pero hay que seguir, es necesario seguir, ya que con el camino recorrido uno no se cansa, sino que se hace más fuerte. Los que asistimos salimos contentos, con ese alimento hay que seguir el camino. ¡Arriba, Miguel!


Marta Plumilla nos cantó una de esas canciones en las que despliega sus dotes interpretativas, Fea, en la que cuenta lo duro que es, “para una amiga de una amiga que tiene una prima…”, “ser tan guapa”. Muy divertida esta crítica evidente a la superficialidad. Recordad, el 10 de Febrero presentamos el nuevo disco de Plumilla en Galileo con un gran espectáculo.


El siguiente en actuar fui yo, Andrés Sudón. Hice, precisamente, una versión de una canción de Marta Plumilla, una pieza muy diferente a la que cantó ella, La enfermedad del viento, versión que hago “en mí mayor”, es decir, en primera persona (ella la canta en tú mayor). Diezdefebreroengalileo.


Ya está en marcha el próximo concierto de Las Dos en Punto en Libertad Ocho, un despliegue de alegría y sencillez. Así actuaron este pasado martes en el MAL8 (131), tocando Otro día más, acompañados por el violín y los coros de Manu Clavijo. Un momento luminoso de la sesión.


María Barnuevo nos cantó una canción que compuso en inglés durante una estancia en Irlanda. Nos contó que la compuso en un momento especial: murió su madre y ella entró en sintonía con sus plantas, sintiendo que hay “una energía que llega” de alguna parte para darle paz.


La penúltima actuación de la tarde fue la del cantautor Carlos Galán, que, hasta la fecha, solamente ha recitado en el MAL8, estamos esperando a escucharle cantar. Declama muy bien, y me sentí identificado con sus versos, de los que apunté unos retazos: “…como único habitante de tu universo… vencer un hasta nunca…”.


Y la sesión terminó, como es habitual, con la actuación de quien después hizo un concierto en el escenario de Libertad Ocho, nuestro querido y admirado Lope Villano, que acompañado por el magnífico violín de Clavijo, cantó una de las canciones hecha en nuestros talleres, Subirá, un tema interpretado virtuosamente con fraseos propios del rap y armonía impresionante. A Lope también le veo luchando por hacerse un sitio en ese mercado que no existe, este ha sido su primer concierto en Libertad Ocho, si sigue trabajando así llegará lejos y hará más interesante a la canción de autor.


Y ya me despido hasta el martes que viene. Ya sabéis, a las siete en punto de la tarde en Libertad Ocho, entrada libre. Si quieres actuar por primera vez, apúntate escribiendo a microabiertol8@gmail.com. Gracias a Marta por la fotos, a los artistas por las caras, a Libertad por todo, y a vosotros por leer.

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