El pasado martes 17 de
Septiembre, en la edición nº 113 de MAL8 (Micro Abierto Libertad Ocho), anunciamos por fin el tema de nuestro
próximo taller. Como ya sabéis, acostumbramos a celebrar estos talleres una vez
al mes; ponemos un título, y cada uno de nosotros compone una canción con él.
Este que propusimos el pasado martes es nuestro octavo taller. Ya anunciamos en
la crónica de la semana pasada que en breve haremos un disco con las
canciones de nuestros cuatro primeros talleres. ¿Haremos otro con los cuatro
siguientes? A mí me encantaría. Este que proponemos ahora se titula “Él”, y así es como se van a titular
las canciones que presentaremos el martes
15 de Octubre en el MAL8 (116).
Los que quieran participar, ya pueden apuntarse escribiendo a microabiertol8@gmail.com, poniendo
en el asunto “Taller Él”. Será una
sesión normal en la que se puede participar aunque no sea dentro del taller;
eso sí, tendrán prioridad aquellos que traigan un tema titulado Él, y los nuevos participantes que se
apunten para ese día, en este orden.
Dicho esto, paso a contar, por
encima y subjetivamente, lo sucedido este pasado martes 17 de Septiembre en el MAL8 (113). Desde que comenzamos, hace
más de dos años, hasta la actualidad, hemos logrado un nivel muy alto y una
actitud digna y cálida en el escenario. De modo que el espectáculo siempre es
de calidad en todos los sentidos. Cuando hay muchos nuevos participantes, me
preocupa un poco que el evento pierda su dinámica; es la única preocupación con
respecto a los nuevos participantes, porque lo que deseamos es que pasen por
aquí todos los cantautores del mundo. En esta sesión se apuntaron catorce
nuevos (no actuaron todos), sin embargo el espectáculo fue excelente. Tengo la
sensación de que quienes vienen al MAL8
lo hacen sabiendo que para nosotros es importante divertirnos en serio.
Como la sala estaba repleta (así
como la barra y la calle), comenzamos cinco minutos antes de la hora prevista,
con el objetivo de ver actuar al mayor número posible de participantes, ya que
en mi lista había cuarenta y tres personas apuntadas. Yo mismo, Andrés Sudón, rompí el hielo cantado Nana para Andrea, una canción que
compuse hace años junto a la poeta Andrea
Mazas, en la que lloriqueamos por vernos obligados a ser adultos: “no me
entra el traje de princesa, detesto el título de reina…”. Qué gusto actuar en
una sala inundada de ojos curiosos tras los cuales hay cerebros hambrientos.
El segundo de la tarde fue el bueno
de Muerdo, que ya está cantando las
canciones de su nuevo disco “Tocando
tierra” (que presenta el 2 de
Noviembre en la sala Galileo de
Madrid). Nos cantó Entre la Habana y
Madrid, en la que nos regala reflexiones sinceras y exquisitas, como
siempre hace este joven y prometedor artista comprometido con su fuerza y su
verdad interiores. Escucharle es un consuelo para los que creemos que hay
formas nuevas de ver la vida, puntos vista liberadores, e incluso liberados. Además,
una voz carismática y agradable siempre ayuda a que entre mejor el poema que se
escucha.
La última vez que estuvo en MAL8 el siguiente participante, El Tío Antoño, nos cantó una magnífica
canción titulada Autobiografía de un
gusano. Le comente, de coña, que la próxima canción de la saga podría ser Autobiografía de una mariposa. Ni corto
ni perezoso, El Tío Antoño ha
compuesto esa canción propuesta, y la ha cantado en esta sesión. Y no es
ninguna tontería porque la canción es impresionante. No sé por dónde empezar:
la letra me ha llegado especialmente, pues yo sé lo difícil que es para un
gusano ser mariposa: “Con tanto peso no se puede volar (…) no des tus alas a
los demonios del miedo”, y hace una enumeración de aquellas cosas que pesan. La
música, aparte de ser difícil de tocar y cantar a la vez que la melodía (cosa
que hizo impasible), es oscura y tremenda, como a mí me gusta. Y su voz es la
de un auténtico personaje con cuentos que contar, atronadora y envolvente, cual
tormenta.
Debo reconocer que hace dos años,
cuando comenzó esta aventura, yo no tenía mucha fe en la canción de autor.
Tenía fe en el arte, por eso el micro abierto comenzó muy abierto, porque
entendí que los cantautores teníamos que abrir nuestras mentes y abandonar el
camino tópico que estábamos siguiendo por inercia. A día de hoy, podría decir
que he recuperado esa fe, ya que aquí he conocido a cantautores que van a su
bola aportando originalidad en todos los aspectos. Aquellos que son más
originales (por muy clásicos que sean en su forma), son los que más ganas tengo
de escuchar cada martes (como dije arriba esta crónica es completamente
subjetiva). Y digo esto porque el siguiente participante fue Caso Omiso, que cuando sale al
escenario, los cuchicheos dicen “ya verás este…”. Y nunca defrauda. Hay quien
me ha comentado que le recuerda a Manolo Cabezabolo, sin embargo a mí me parece
que Cabezabolo es un mono de feria haciendo groserías, y que Caso Omiso es un poeta haciendo
groserías. No tengo nada en contra de la groserías, pero sí mucho a favor de la
poesía. Por eso cada martes me dejo deleitar por este cantautor, que en esta
ocasión nos cantó una canción titulada Mi
vanidad, “siempre celebrando la pelea como mía, antes de ganarla”, dice en
este tema con estrofa, estribillo, puente, fuga y coda. ¡Más Caso Omiso!
En el público estábamos
encantados con todo lo que estábamos viendo. El siguiente fue Diego Mattarucco, que comenzó con una
pieza titulada Dónde está (el gran
hombre), que parece como compuesta para nuestro próximo taller. La recitó y
cantó acompañándose con el piano. Después nos recitó una breve pieza con nombre
musa (de cuyo nombre no debo acordarme) con el que le “costó cacofonear”, pero
lo logró con gracia y enjundia, como suele hacer.
Llegó entonces el momento de
comenzar a conocer a nuevos participantes. Como dije arriba, fueron en su
mayoría excelentes. El primero fue Camilo,
que nos cantó, según confesó, “la primera canción que subí a Internet, la
compuse para subirla”. Se titula Tiempo
de amor, y me gustaron mucho su timbre de voz y su pulso con la guitarra.
El siguiente, también nuevo, fue Dani Aguilera, que con gran carisma
introdujo dramáticamente su canción, de la que no dijo título, creando un rico
halo de tensión en el escenario.
El último nuevo participante de
esta primera tanda, fue Pablo Lesuit,
que, a primera vista, me pareció uno de esos cantautores que tratan temas
sencillos, y cuyo punto está en su carácter, en este caso, sensual y divertido.
Me gustó muchísimo, me resultó agradable y tranquilizador. La canción que nos
cantó se titula Mi rincón.
Y ya volvimos con algunos de los habituales.
La siguiente fue la cantautora Sara
Veneros, que estrenó una de sus canciones curativas, dedicada a todas
aquella personas que se estancan en lo que no logran obtener y se olvidan de
agradecer lo que tienen. “Te di mi libertad cuando me di mi libertad (…),
decidí no retener cada momento (…), sorprendentemente gana el corazón,
sorprendentemente sana el corazón”, dice esta preciosa canción titulada Bendigo, que cantó con su profunda voz
acompañada por su diestra guitarra.
No os imagináis lo duro que es
para mí dejar sin actuar a casi veinte personas, de las cuarenta y tres que se
habían apuntado, a este MAL8 (113).
Por ejemplo, Ángel de Andrés se
apuntó en el puesto nº treinta y dos, es decir, cuando le apunté sabía que no
podría actuar, a no ser que ocurriera algo extraordinario. La cuestión es que
sucedió ese algo. En este punto de la tarde, se terminó la pila de mi guitarra,
la cual usamos casi todos para actuar. Lo comenté en el escenario y Ángel de Andrés se apresuró a sacar de
su funda una pila de nueve voltios con su envoltorio, lo cual salvó la tarde.
Quisimos pues agradecérselo sacándole de la imposible lista de espera, y fue el
siguiente en actuar. Gracias a eso pudimos escuchar en este MAL8 (113) su canción Viento de Otoño, muy indicada para estas
fechas, aunque el otoño no acabe de llegar del todo. Tiene aún más mérito que
tocara con su propia guitarra.
Me gusta mucho cuando un
cantautor llega al MAL8 a cantarnos
una canción que resume el estado de ánimo de ese mismo día. Me resulta
auténtico, me llega. Es lo que hizo Julio
Hernández, que nos contó que, para rellenar unos impresos, tuvo que decir
su edad, lo cual sorprendió a la persona que los rellenaba, ya que aparenta ser
mucho más joven. “Esto me ha puesto nostálgico todo el día”, nos confesó. Esa
nostalgia le llevó a cantar, muy bellamente, Unos botones de más, canción dedicada a alguien importante que
habita en su nostalgia.
De nuevo continuamos con una
nueva tanda de nuevos participantes, esta vez cuatro. El primero fue Raúl Ródenas, que nos cantó una “canción
al desamor”, según anunció.
El siguiente fue Gonzalo Millán, que en el estribillo de
su canción dice “leerse todo, negarlo siempre, reírse, cantar rarí rará”, frase
que me gustó mucho. Siempre me siento un poco frustrado cuando hablo de los
nuevos participantes, porque al no saber mucho de ellos, no me atrevo a
especular demasiado. Según les voy conociendo, voy teniendo algo más que decir.
Sin embargo, al siguiente nuevo
participante le conozco desde hace años, y siempre he admirado su trabajo, en
las diferentes formaciones que ha liderado. Él se llama Isaac, también René. Con
evidentes tablas, salió a escena y nos propuso tres títulos: Yo no era para ti, Nos dijeron que era por aquí, y no era, y Domingo sin resaca. Parece que el público se inclinó por escuchar
esta última. Un rara canción en la que narra la extraordinaria experiencia de
amanecer temprano un domingo sin resaca y observar el luminoso panorama. Me dio
nostalgia escuchar en él algunas cosas que yo creía genuinas de Patricio B (a quien echo de menos
sobremanera), del que sé que es muy amigo, productor y compañero musical.
El último de esta segunda tanda
de nuevos participantes fue Pedro Makay,
a quien ya he visto dos semanas consecutivas en Música por la voluntad, donde acudo a cantar cada domingo. Pedro es un músico urbano en toda
regla, su música parece compuesta desde la calle para la calle. De hecho, toca
en el metro, es uno de esos artistas que dedican todo su tiempo, su alma y su
energía a la música, a sus canciones. Un tipo curioso. Nos cantó una canción
titulada Yupi en Madrid. Cuando le vi
en MXV no me llamó mucho la
atención, pero este martes me encantó su sonido en el micrófono y su pose bajo
los focos. Intento que los prejuicios creados en mis primeras impresiones, no
me impidan apreciar algo bueno en alguien. Quiero seguir conociendo a este ser.
La semana pasada conocimos a SilNe, un dúo que nos sorprendió y nos
sedujo (léase la crónica de la semana pasada). Volvieron a sorprendernos
usando la audacia poética para el humor, pero también mostrando sus dotes
interpretativas. Daba miedo oír a Sil
presentar la canción con la voz de Esperanza Aguirre. Es más, la canción estaba
cantada en primera persona por la mismísima Esperanza. Se trata de un chotis
cuyo estribillo dice: “Esperanza, esperancita esperanzona”. De nuevo un
ejercicio sublime de humor y poesía inteligente, creo que compuesto por Ne, que tocó la guitarra con destreza.
Creo que esta bonita y talentosa pareja musical nos va a dar muchas alegrías.
No os los perdáis en próximas ediciones, porque creo (y deseo) que se van a
hacer habituales.
La siguiente en escena fue
nuestra amada Marta Plumilla, que
salió acompañada al escenario por el engreído Jack Frost a la guitarra, con quien interpretó la canción Antinatural para anunciar su concierto
del lunes: “el lunes 23 de Septiembre
estaremos aquí, y no tocaremos esta canción”. Bella pieza cuyo ritmo se huele
pero no se escucha, con un solo de gato ladrando muy interesante.
Enrique Sánchez fue el siguiente en salir a escena. Nos cantó su
canción Mi mujer me acusa, e hizo una
cosa innovadora dentro de su estilo clásico. Enrique es, sin duda, una de las actuaciones que más me gustan del MAL8. En la canción empezó a rimar de
tal modo que todo apuntaba que iba a decir “lo bien que … follo”, y ciertamente
lo dijo. Parecía que iba a hacer lo típico, cambiar la palabra en el último
momento. La carcajada se oyó hasta en la Plaza de Chueca. No olvidemos que Enrique va a hacer un concierto “en 3D”, es decir, el 3 de Diciembre. Allí estaremos todos para gozar de su exquisito
ingenio.
Y llegó una de las actuaciones
más esperadas por todos los que asistimos religiosamente al MAL8, el poeta José Miguel González, que humildemente nos da lecciones de
sensibilidad, ingenio, humanidad, eterna juventud, amor a la vida… Comenzó
confesándonos que de joven se enamoró de una tal Natacha, ni más ni menos que
Natalie Wood. Y nos leyó un apasionado poema que comienza diciendo: “la noticia
de tu muerte…”. Su canto a esa nostalgia produce ganas de vivir. Para presentar
su siguiente poema aseguró que “son malos tiempos para la lírica”, y que,
precisamente por eso, “tenemos la obligación de hablar de la felicidad”. Su
intervención terminó de forma sublime, recitándonos una revisión que ha hecho
del padre nuestro. Le pedí que me lo enviara para ponerlo aquí, porque creo que
no necesitamos dogmas religiosos, pero sí necesitamos rezar, quizá por ello
hacemos poemas y canciones.
<<El “Oremos” que Andrés entona cada martes, me ha hecho volver al redil
y me he decidido a escribir, con fervor, un padrenuestro.
PADRE NUESTRO
Padre nuestro que estás en los labios,
santificadas sean las fosas de los mares
y el pensamiento sutil que imagina el albatros.
Padre nuestro que habitas cada cuerpo,
gracias por la pequeña muerte en que culmina el acto,
por la impecable simetría de los ojos de los niños,
la libertad, los amigos
y el verso en la boca a lo desconocido.
Padre nuestro que estás en la música,
benditos sean los metales,
las manos de Víctor Jara, los cipreses,
las vides, el comienzo de la borrachera.
Padre nuestro que estás en la belleza,
si de verdad existen las constelaciones,
que se desnuden en la playa sin fin del firmamento
y en el mar de mí mismo prolifere,
una paz perpetua con gorriones>>.
Ya cerca del final conocimos a
los nuevos participantes que quedaban. El primero fue Gonzalo Gozituaga, que nos cantó La décima musa, y aseguró que no podemos estar esperando a la
inspiración, que es necesario el trabajo para hacer algo decente.
Después conocimos a Maui, la cual me pareció muy
interesante. Cantó una canción dedicada a algo muy íntimo y femenino… También
me regaló su disco “Problemología”,
firmado por Maui y los sirénidos.
Mucho interés por saber más de esta persona.
El siguiente en escena fue el cantautor
Jaime Galán, de Jerez de la Frontera
(dijo que es de allí como cinco veces) que tocaba por primera vez en Madrid.
Presentó su canción diciendo que él no es de GPS, que prefiere preguntar a la
gente dónde están los sitios.
A continuación salió una poeta
pequeñita llamada Sandra González
que nos leyó una “poesía de desamor”.
Y el último de los nuevos
participantes fue el particular Arturo
Arcones, que vino de la mano (no literalmente) de el Tío Antoño. Nos cantó una canción titulada Mis cosas, encandilándonos con su amable presencia.
El último en actuar fue nuestro
malocho Carlos Recio, que tocaba esa
misma noche en Libertad Ocho, un
cantautor que domina la puesta en escena, es un gran orador, muy particular, y
compone canciones impolutas que podrían llegar muy lejos. Solamente le falta
asistir a unas cuantas clases de canto para que aprenda a dominar su voz, de
bonito timbre, ya que, como él dice afina “de vez en cuando”. No cantó nada mal
su canción Tan solo como ayer, la
cual coreamos todos los que la conocemos.
Y con esto terminó una de las
sesionas más concurridas y novedosas de MAL8.
Un placer conocer a tantos nuevos participantes, así como seguir viendo crecer
a los habituales. Parece que nos estamos volviendo cada vez más ambiciosos en
lo que se refiere a calidad poética, musical e interpretativa. ¿A dónde
llegaremos? Puede que lleguemos a limpiar el buen nombre de la canción de
autor, de la que la masa piensa que es una música ñoña y aburrida, cuando lo
cierto es que es la música de mayor calidad en todos los sentidos; solamente
tenemos que seguir luchando por que se nos vea y se nos escuche. Ahí vamos con
nuestro primer disco. Gracias a los artistas por su talento, compromiso y
generosidad, a Marta por las fotos,
a Libertad Ocho por ser nuestro
templo y taller, y a vosotros por leer esta crónica, comentarla y compartirla.
Andrés Sudón
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