Diecisiete
Fuimos los artistas que la semana pasada participamos en el MAL8 (54), una edición tranquila y
deliciosa en la que vivimos momentos de gran intensidad, conocimos a nuevos e
interesantes participantes y sufrimos una pequeña tragedia… Lo contaré en su
momento. El evento comenzó, como es habitual, con mi participación (Andrés Sudón). Canté una canción de
verano, Sobrenatural, la compuse en
verano emulando otro verano. Si no la conocéis, me gustaría que pudierais
escucharla, así como el resto de mi repertorio, jeje, por ejemplo el próximo 22 de Julio en Libertad 8, donde haré mi último concierto del curso. Ahí queda.
En verano algunos volvemos a nuestras casas, y nuestras madres nos piden que
saquemos nuestras cosas de ahí o las tiremos… Puede que eso fuera lo que le
sucedió a Dani Fernán, que trajo un
poema rescatado del baúl de los recuerdos. Sí, en esta ocasión Fernán dejó a un lado su guitarra para
mostrarnos sus dotes literarias. El poema no tiene título, pero era recurrente
la expresión “ven ahora”. En él habla del comienzo y el final del amor.
Como hacía tiempo que no se dejaba ver por el MAL8, le pedí a Danieme que fuera el tercer participante. Como éramos pocos participantes (no pocos, sino menos de los habituales), dije que había tiempo para explicar con calma las canciones, pero Danieme tajo esta vez una canción de dos minutos sin explicación previa, La balada de las gotas de lluvia.
El siguiente en escena fue Liauv con una canción que habla del “amor en descomposición”, titulada Naturaleza muerta. En ella dice algo tan bello como “(…) rezando un poema de Neruda (…)”.
Grande Pablo Bermejo, el siguiente
participante, que trajo una canción nueva titulada Náufragos del mar de los olvidos. Nos la cantó pegadito al
micrófono, haciéndonos llegar cada una de las palabras musicadas que escribió
tras salir de un concierto que le inspiró hace un par de semanas.
Y cómo toca la guitarra Sara Veneros, y qué bonita estaba este pasado martes cantándonos su canción Brillan, dedicada a todos los amigos de las estrellas. Sara comentó que quizá parezca que sus canciones “no dicen nada, pero dicen mucho”. Tranquila, aquí estás rodeada de un público que saborea cada canción sin dejar una gota de contenido fuera de sus cerebros.
El siguiente joven participante es un viejo conocido mío, al que he visto evolucionar en las sesiones de MAS (Micro Abierto Salamanca). Es el guitarrista Guillermo Toda, que tocó una bella pieza de la que no dijo el título. Comentó que le daba algo de miedo escénico tocar delante de tan buenos guitarristas, pero él no se quedó corto en absoluto.
Jesús Garriga llegó al escenario dudando “¿qué necesito tocar hoy?”, y se decidió por su canción Elena, la cual fue coreada por mucha gente del público que se la sabía. La intervención terminó con una larga y sincera ovación. La verdad es que fue uno de los momentos más bonitos de la tarde. Es una pasada que venga gente tan bonita y tan buena al MAL8.
Un hombre mayor entró en el Libertad 8 y me dijo, hablando muy correctamente (cosa que me encanta), que quería participar en la sesión para mostrar parte de su obra. A sus setenta y pico, Jesús Esteros ha decidido publicar sus poemas, animado por contertulios de los cafés literarios que frecuenta cuando viene a Madrid. La verdad es que sus amigos contertulios tiene razón, porque la obra de este hombre (lo poco que escuché el pasado martes) merece mucho la pena. A pesar del estilo algo anticuado que corresponde a su generación, su poesía es fresca y rica, entra muy bien, se entiende, es estimulante y arriesgada. Por supuesto, está perfectamente medida, incluso en sus “poemas-río”, que escribe sin interrupción. Comenzó con un soneto, el único titulado de su obra editada, Curriculum vitae, al cual le siguieron tres poemas más, algunos extractos de sus poemas-río. Este hombre feliz comenzó a pensar en publicar tras la pérdida de su amada mujer, ahora la felicidad es compartir su poesía, llevarla a cualquier parte. Un placer conocer a personas tan interesantes, esperamos volver a verle por el MAL8.
Hace un par de ediciones, Gabriel trajo una nueva canción, tan nueva que tuvo algunas dificultades para hacerla correctamente. Él quedó un poco afligido, y en esta edición se propuso hacerla perfecta. Y eso es lo que hizo, hacer perfecta con gran soltura, por eso le llamé el Sergio Ramos de la canción de autor. Ole, Gabriel.
La siguiente fue Raquel Lamas, que hizo algo que yo jamás había visto hacer con la mano derecha en una guitarra, para cantarnos su canción Aprendiz de volcán. Insisto en que me gusta bastante la originalidad y la destreza de esta peculiar cantautora.
A continuación vimos en escena a José Luis Bernal y a Sara Padrino, que cantaron una canción dedicada a toda la gente que ha luchado y lucha por nuestros derechos, a los mineros, al movimiento 15-m y a todos aquellos que ven venir tiempos recios y no los quieren. Me temo que los cantautores estamos bastante alejados de las luchas sociales, pero aún quedan algunos comprometidos que siguen creando para cambiar el mundo.
Aunque parecía difícil, volvió a sorprendernos el poeta Diego Mattarucco. Esta vez se sentó en el piano y, acompañado por el violín de Manu Clavijo, nos cantó y rapeó su “poesía cacofónica”, que así denomina él. Fue espectacular, el momentazo de la tarde, de nuevo Mattarucco nos dejó boquiabiertos y ojipláticos.
Decir que María Rozalén hizo algo especial, es una redundancia, pero así fue. María nos hizo un extracto de un proyecto en el que trabaja activamente, en el que recita romances. Lozana y resuelta, esta preciosa mujer de Albacete, nos deleitó con toda (sic) su arte.
Llegó el turno de los excelentísimos Manu Clavijo y Juan Fernández Fernández, que nos cantaron una nueva canción del primero muy ricamente arreglada a dos guitarras, El motor, aunque al final la canción da un giro hacia el tango en la que Clavijo deja su guitarra y canta expresándose con las manos y los brazos. Tan bonitos, tan buenos, tan humildes, tan grandes…
Oh, y aquí llegan los prolegómenos de la pequeña tragedia que sufrimos este pasado martes. Fue después de la actuación de nuestra residente Marta Plumilla. En esta ocasión trajo una canción que me estaba dejando acongojado, porque hablaba de matar una cucaracha, cosa que curiosamente tuve que hacer hace poco en mi casa con no poco dolor. Al final de la canción resultó que la cucaracha simbolizaba al propio asesino de cucarachas, en mi caso a mí mismo. La canción me dejó doblado, pero después quedé partido cuando vi caer a mi amada guitarra al suelo y partirse en dos… Bueno, estoy exagerando: la guitarra quedó mal colocada en su pie y se vino abajo fracturándose el mástil. Ya está arreglada, la tengo que recoger el martes, así que no creo que podamos usarla para esta edición. Yo llevo años dejando mi guitarra a todo aquel que la necesite, siempre la presto en todos los micros abiertos que he coordinado, la presto porque doy por hecho que los demás cantautores la tratarán como a su propia guitarra. Es normal que ocurran accidentes como el del pasado martes, pero seguiré dejando mi guitarra siempre. De hecho estaba más preocupado por la llorosa Marta Plumilla que por la guitarra. ¡Todo arreglado!
Aunque el susto me impidió prestar la atención que quisiera haberles prestado a los siguientes participantes, Alicia Ramos y Enrique Cardoza, que colaboraban juntos por primera vez, los dos aderezados con sendas gafas de sol, icono de Cardoza, que ha llegado con fuerza al MAL8, y seguro nos dará muchas alegrías, ya que se rodea de ilustres malochos, como la gran Alicia Ramos (que seguramente estaba preocupada por la guitarra por mí y por Marta mientras cantaba).
Y así, con un hilo de amargura en un mar de felicidad, terminó la edición nº 54 de MAL8. Gracias a Plumilla por las fotos y todos por estar ahí siempre. Aquí os dejo un link al blog fotográfico de Gadea Ramos en el que salimos muchos de nosotros. No os de vergüenza ni pereza dejar comentarios, que hacen ilusión.
Andrés Sudón
Andrés, mil gracias por tu generosidad al prestarnos siempre tu guitarra. Todos sabemos que la guitarra de uno es algo muy personal (casi como la ropa interior). Y un beso fuerte para Marta Plumilla (nos podía haber pasado a cualquiera). A ver si nos vemos pronto malochos!
ResponderEliminarEsther Zecco