Llevábamos
años queriendo hacer esto, ya habíamos hablado María Barnuevo y
yo de irnos a esta misma granja escuela de Alcalá de Henares, LaEsgaravita, a pasar unos días rodeados de naturaleza y de canciones.
Hacía falta ilusión y energía para llevarlo a cabo. Después del Encuentro de Canción de Autor de Castilla la Mancha, donde
descubrimos
lo necesario que es hacer cosas como esta,
ya estábamos inmersos en esa ilusión, y le dije a María que era el
momento de hacerlo. Hablé entonces con Sergio Sanz, porque si
íbamos a ir de acampada, él es la persona indicada, dada su
enamorada experiencia como monitor de campamentos. Él puso, ya en el
dibujo del cartel, esa magia que se da en este tipo de actividades.
Realmente las
guitarras volaron en esto días de la I Concentración MAL8. Yo
soy un desastre para ciertas cuestiones como la contabilidad, la
burocracia y todas esas actividades aburridas que mueven el mundo en
el que vivimos; por suerte Camilo Crespo se ocupó con rigor de esos
asuntos imprescindibles. El resto del equipo de organización lo
formábamos Marta Plumilla y yo, que nos ocupamos de dar forma a
esta actividad pionera y nueva, que debía construirse según la
filosofía de Micro Abierto Libertad Ocho. También
nos echó una mano Juan Antonio Ordóñez con las compras de última
hora.
Tras
un mes de promoción del evento, programación de actividades,
compras de comida y material, nos juntamos veinticinco personas
cantautoras para vivir la I Concentración MAL8. Qué emocionante ver
cómo iban llegando una a una todas las personas que íbamos a
disfrutar de estos dos días inolvidables. La Esgaravita es una
granja-escuela, está llena de cabras, caballos, una vaca, un
burro, cabras, conejos,
gallinas, perros, niños bajando por la tirolina, adultos saltando en
la colchoneta elástica,
ancianos pasenado por la presa del río… De todas las cosas
maravillosas y divertidísimas que hay en la granja, había una que
era nuestro entretenimiento favorito: un escenario de madera en medio
del campo con vitas a las montañas, a la luna, al sol y al infinito.
El bello y
generoso Daniel Hare nos proveyó de un excelente equipo de sonido
luces con el que realizamos la primera actividad de la Concentración,
un micro abierto nocturno a todo volumen sin vecinos, sin
horario de cierre, sin
tiempo limitado
en escena… Eso sí,
rodeados de un público animal muy atento; ponis y caballos se
acercaban a disfrutar de nuestras canciones.
Esa
primera noche nos presentamos
René,
Miguel de Paul, Camilo Crespo, Juan
Antonio
Ordoñez,
Miguel
Ángel Delgado,
Kike San,
Daud,
Cristina Salvador, Virginia Fidalgo, Ángel
Calvo, Juan Fernández
Fernández,
Andrea Lafuente, Maria Barnuevo, Andrés Sudón, Marta Plumilla,
Sergio Sanz, Ágora
Reix, Gaia,
Una y
Carlos Galán. Maremoto
y
Jesús Viñas no
llegaron hasta el sábado por la mañana. Primero cantamos una
canción cada uno como ritual para conocernos y romper el hielo.
Después
de esto la idea era hacer unos juegos preparados por Sergio Sanz,
pero no sabíamos que el escenario nos iba a gustar tanto. No
queríamos dejar de tocar, cantar y recitar, así que se organizó
una espontánea jam session que no paró hasta las cinco de la
mañana. Todos con todos, nos acompañamos, nos punteamos, nos
coreamos, nos bailamos e hicimos todo lo que nos gusta, sin las
limitaciones propias de un solemne micro abierto: ni cuatro minutos,
ni no se afina, ni sólo una canción, ni hay que terminar, ni baja
el volumen, ni nada de eso que nos suele contener en Libertad Ocho.
En ese momento nos dimos cuenta de que habíamos preparado un montón
de actividades, cuando nos bastaba solamente nos ese escenario
libérrimo y hermosísimo.
Todos
nosotros teníamos acceso a la cuenta de Instagram @yosoymal8, donde
publicamos (y seguimos publicando) fotos y vídeos para el recuerdo y
para envidia (sana) de los que no estaban con nosotros, quizá para
que vengan la próxima vez. Pincha aquí para ver esos documentos. A
eso de las seis de la mañana, nos echamos una siesta, y a las nueve
ya estábamos algunos en pie para preparar el desayuno, organizar el
taller e ir desperezándonos para un día intenso. A
las once de la mañana ya estábamos reunidos para comenzar el taller
que nos tuvo entretenidos y enchufados hasta el final de la
concentración.
Ya
estábamos todos. El primer taller consistió en componer una canción
en
común,
cada uno una estrofa. Teníamos una secuencia de acordes preparada,
cada cual tenía que proponer un tema del que hablar en una estrofa
de cuatro compases en cuatro por cuatro a velocidad sesenta. Cuando
cada cual escribió en su papel el tema del que había que hablar,
removimos los papeles y los volvimos a repartir, de modo que a cada
cual le tocó escribir la letra de un tema propuesto por otro. Los
papeles estaban numerados. Tuvimos una hora para componer esa
estrofa con los acordes que nos habían dado. La siguiente parte del
taller consistía en ensayar con las personas que teníamos al lado
nuestra estrofa y las suyas, por ejemplo: el que tení el número
cinco en su papel, tenía que acompañar en su estrofa al cuatro y al
seis, y ser acompañado en su estrofa por ellos. No sé si se
entiende. La cosa es que después de otra hora para esos ensayos (en
los que había que buscarse la vida para ensayar con las dos personas
que te tocaban), el experimento fue tocar la canción una sola vez
sin parar. Aquí está el vídeo de cómo quedó el experimento:
Yo no salgo por que soy el cámara. También soy el cocinero, me pasé la mañana disfrutando de hacer una paella de pollo y mariscos, otra vegetariana y otra para un participante que tenía una dieta especial. Después de cantar la canción, comimos sandía y pasamos al comedor para degustar esa paella, que no me quedó muy mal… Tras una larga siesta y una agónica espera a que llegaran los que habían ido a por cervezas, pasamos al siguiente taller. Por cierto, en esa espera vivimos un auténtico safari. Se nos ocurrió ir a la parte más alejada, cerca de la presa, donde están la tirolina, la colchoneta y los establos de los caballos, el burro y los ponis. Mientras esperábamos a la expedición cervecera, se nos acercaron todos los animales. Un caballo nos robó dos plátanos, la vaca (bautizada con el nombre de Cecilia por Miguel Ángel delgado) casi nos enviste, una caballo casi me come el sombrero… Por suerte Maremoto tiene mano con estas bestias y las maneja a su antojo. Para Juan Antonio Ordóñez fue, según sus palabras, “el peor momento de mi vida”.
Antes
de que llegaran los cazadores con las cervezas cazadas, ya nos
habíamos cambiado de sitio, para
no ser
ser devorados o aplastados. La verdad es que fue muy divertido, hay
algunos vídeos en nuestra cuenta de Instagram @yosoymal8 de
este momento.
Entonces, comenzamos con el siguiente taller, el más difícil y
conflictivo, también el más enriquecedor: teníamos que componer en
grupo… El primer taller sirvió para entrar en calor (aunque calor
había de sobra), para empezar a conocernos y a rozarnos. En este
segundo taller nos agrupamos en formaciones de cinco personas para
jugar al Canciomatón. El Canciomatón consiste en que tres o más
cantautores se juntan, cada uno escribe en un papel verde un tema
para letra de una canción, y en un papel amarillo cómo va a ser la
música. Luego se revuelven los papeles y se vuelven a repartir, de
modo que te puede tocar lo que tú has propuesto o lo que ha
propuesto otro. En una hora hay que componer una canción con esas
premisas y prepararla para cantarla en directo. Hicimos eso mismo,
pero en vez de hacerlo individualmente, lo hicimos en grupos de
cinco.
Componer
en grupo es muy difícil para cantautores artistas individualistas, egoístas, egocéntricos y todo lo que lleve el prefijo ego-. Así
somos, y está bien que seamos así, ¡viva la independencia y la
libertad!, pero puede ser muy enriquecedor y un gran aprendizaje
cohabitar con otros individuos. Efectivamente hubo de todo, riñas,
celebraciones, gritos, risas… Ya estaban terminadas las canciones
cuando llegó la hora de cenar veinticinco litros de gazpacho casero,
ensaladas mixtas a saco, barbacoa de carnes sin fin y parrillada de
verduras sin medida… Cuando terminamos de ingerir esos manjares,
llegó el momento de volver a nuestro particular escenario para
presentar las canciones. Eran ya las dos de la mañana del sábado,
en plena noche de San Juan, cuando comenzamos a escuchar las
canciones de los cuatro grupos.
Después
del alivio de soltar las canciones, algunas hechas con mucho
esfuerzo, con sangre, sudor y lágrimas, volvimos a la modalidad
micro abierto/jam session, que de nuevo se alargó hasta las cinco de
la mañana. La verdad es que ya todos teníamos una carita de sueño
tremenda, cara también de satisfacción y emoción, con alguna cara
refunfuñada y ya poca energía. Nos fuimos a dormir para prepararnos
para la misión que teníamos al día siguiente: invadir Alcalá de
Henares con nuestras canciones.
A
las ocho y veinte de la mañana ya estaban algunos preparando sus
canciones, discutiendo o aseándose para ocasión. Creo que María
Barnuevo se pasó toda la noche organizando la invasión de Alcalá.
A eso de las once de la mañana ya estábamos
desayunados y preparados para salir en cinco coches hacia la ciudad
que iba a ser nuestra. Llegamos allí
y Jesús Viñas tomó las riendas del grupo animándonos a todos a
cantar por las calles ardientes que nos llevaban a los cuatro lugares
donde hicimos nuestra performance. Un poco pasadas las doce, había
un grupo en cada sitio pactado, preparados todos para comenzar a la
vez, coordinados en un grupo de wasap. Los lugares eran el Hostel
Complutum, El Jardín Prohibido, La Gitana Loca y la librería Nothin
Hill. Cuando cada grupo cantó su canción común, un miembro de cada
grupo se movió al siguiente punto mientras los demás hacían micro
abierto en esos lugares. Así uno por uno, cada persona de cada grupo
fue yendo al siguiente punto hasta que se volvió a reunir el grupo
para cantar de nuevo la canción: En resumen, cada grupo cantó su
canción común cuatro veces, una en cada lugar, mientras en los
ratos muertos hacíamos micro abierto. En poco más de una hora
habíamos cumplido nuestra misión. En
la cuenta de Instagram @yosoymal8, hay muchos vídeos de esta
actividad. Ahora
quedaba lo peor: despedirnos.
Regresamos
a la granja, preparamos el equipaje, repartimos la comida sobrante y
comenzamos a irnos cada cual por su lado. Eso sí, ya vinculados para
siempre por esta experiencia dura y hermosa. Yo aún siento el
cansancio en el cuerpo y la satisfacción en el alma. Lo hemos
logrado, hemos hecho la I Concentración MAL8 y tenemos muchas ganas
de repetirla. ¿Por que no hacer una Concentración de Otoño, otra
de Invierno, de Primavera? Ha sido una maravilla, y aunque en algunos
momentos, durante la preparación, casi nos hayamos rendido, el
equipo de organización hemos dado todo lo que tenemos para que esto
saliera adelante. Y los participantes, con su exquisito entusiasmo,
han hecho posible esta maravilla. Quiero dar las gracias a todas las
personas que lo han hecho posible, mi fe en el ser humano y en el
artista, se ve reforzada tras esta experiencia. Me da pena hasta
despedirme ahora mismo en esta crónica, ya quiero vivir siempre en
el campo, rodeado de artistas, cocinar para todos, abrazar a todos,
escuchar cantar a todos.
¡Gracias!
Andrés
Sudón